Imagina un lugar que tenga como esencia su naturaleza y la constante alegría y felicidad de sus habitantes. Donde todo fluye, el tiempo es más pausado y todo se rige por un ritmo de vida propio. Un lugar en el que su mayor riqueza es su sencillez y el optimismo está a la orden del día. Un paraje donde estar en calma y, a la vez, vivir aventuras, abrazado por el tesoro verde que son sus bosques y el azul cristalino de sus mares. Igual no lo sabes, pero ese lugar que se te viene a la mente al imaginar todo esto no es otro que Costa Rica.
Un país maravilloso; un país, cómo no… ¡Con mucho duende! Y, de primeras, lo comprobamos observando la procedencia del nombre de sus habitantes, “ticos” y “ticas”. Adquieren este gentilicio por el frecuente uso de los diminutivos. Esto ya nos da una ligera idea de su filosofía de vida, la que llevan por bandera y por la que son más que reconocidos, basada en la alegría, la felicidad y la calma.
La gente en Costa Rica vive la vida de forma alegre, dándole un sentido muy particular a la existencia. Sonríen de forma natural, buscan ser felices, pasárselo bien sin molestar y sin ser molestados. Una especie de ‘Hakuna Matata’ costarricense. Es más, para que no pienses que hablamos “de boquilla”, un estudio patrocinado por las Naciones Unidas situó en marzo de 2021 a Costa Rica como el país más feliz de Latinoamérica, y el decimosexto a nivel mundial.
El Carpe Diem caribeño
El costarricense no juzga, no le importa cuál es la situación de cada cual. Para los habitantes de este plácido país, todos estamos en el mismo nivel. Esto hace que uno se replantee si de verdad sus males son tan importantes como cree. Porque en Costa Rica las preocupaciones pierden el sentido y es la propia vida la que lo cobra, ya que solo hay una y hay que vivirla hasta el final.
Los ‘ticos’ son como su clima tropical, gente cálida y natural. La energía de Costa Rica es atrapante y liberadora al mismo tiempo, porque aporta un sentimiento de paz contigo mismo y con tu alrededor que no querrás que desaparezca. A esta filosofía sobre la que sustentan su forma de entender las cosas le viene de perlas el famoso refrán de “no es más rico quien más tiene, sino el que menos necesita”.
Un país rebosante de naturaleza
Un alma que ama lo natural alcanza su estado supremo de felicidad plena en Costa Rica. De hecho, investigaciones psicológicas sostienen que las personas naturalistas son mucho más felices y sienten menos estrés. Lo cual, nos hace pensar que concuerda a la perfección con ese estilo de vida que venimos describiendo de los costarricenses.
Si hay algo de lo que la población tica está enormemente orgullosa por encima de todo, además de sus costumbre ancestrales, es de su patrimonio natural. Estos habitantes tienen la suerte de pertenecer a uno de los jardines tropicales más variados del planeta. En un mundo cada vez más artificial, Costa Rica emerge como un oasis de biodiversidad. Su geografía será pequeña, pero su riqueza biológica es incalculable.
Mil kilómetros del litoral del Pacífico y del Caribe dan sentido al nombre del país y bañan las costas de este diamante de Centroamérica, rebosante de selvas tropicales, bosques nubosos, volcanes, manglares y playas. Todo aquello que compone el escenario natural en el que se desenvuelve este preciado territorio influye notablemente en el mismo. No hay más que apreciar desde las alturas los enlaces cordilleranos que conforman la columna vertebral del país, atravesándolo de norte a sur, separando las costas del Pacífico y el Atlántico y sirviendo de conexión entre América Central y América del Sur.
A pesar de la apariencia volcánica que toma Costa Rica, el verdor de sus bosques y junglas quedará atrapado en tu retina, mientras que una heterogeneidad de sonidos ameniza tu visita al hogar de especies tan exóticas como lo monos capuchinos, las iguanas verdes, los tucanes de pecho amarillo, sus entrañables perezosos o los famosos quetzales. Adentrarse en la selva costarricense es como meterse en una máquina de tiempo que te lleva a la era de los dinosaurios. De hecho, la historia que se narra en la película de Jurassic Park sucede en la Isla del Coco, en Costa Rica, donde sus rocas más antiguas, de unos 150 millones de años, datan precisamente de esa etapa jurásica, según el biólogo alemán Heinz Ellemberg.
Pioneros del ecoturismo
Las maravillas de Costa Rica no han pasado desapercibidas para un turismo que ha irrumpido con fuerza, sabiéndolo canalizar a la perfección hacia el ecoturismo. El país ha resurgido de etapas anteriores en las que se explotaba de forma inconsciente el entorno, convirtiéndose ahora en referencia mundial de sostenibilidad y uso de sus recursos naturales. Un claro ejemplo lo vemos en Tortuguero, convertido en Parque Natural y del que se saca un rédito distinto al de antaño, de forma más armónica, a la hora de disfrutar de las “arribadas” de tortugas marinas.
Por lo tanto, esa espectacularidad de sus espacios protegidos, que ocupan la cuarta parte del territorio, convierte a Costa Rica en referente del ecoturismo. Solo encontramos un dilema: la imposibilidad de conocer la plenitud de su encanto. Todo aquel que viaja al país se ve en la obligación de escoger entre sus más de treinta parques nacionales, sus ocho reservas biológicas y su innumerables refugios de vida silvestre.
Quizás lo habrás adivinado ya, pues es el lema más clásico de los ticos. Toda esa filosofía y modo de entender la vida de la que hemos hablado tiene que ver con el mítico ‘Pura vida’ que caracteriza a los costarricenses, una lúcida interjección que recoge la esencia de un pueblo que va en comunión con su naturaleza.
En Planes con Duende entendemos los viajes como una forma de humanizar y fundirnos culturalmente con el lugar que visitamos, por eso te recomendamos experimentar esa inigualable sensación por ti mismo, interactuando con los propios habitantes de Costa Rica. Asumirás la cultura caribeña del lugar mediante un dulce proceso de “tropicalización”, que te hará compartir la conciencia conservacionista de los locales. Ellos representan la verdadera esencia y espíritu de este inigualable territorio, en el que a uno le hacen sentir como en casa, arropado por gente que derrocha hospitalidad y entrega hacia el forastero.
Por eso, Costa Rica es un lugar que siempre invita a regresar, porque no hay nada como sentir lo que es vivir en paz, de forma sencilla y en armonía con la naturaleza. No hay nada como experimentar en primera persona la verdadera esencia del ‘Pura vida’.