De la ‘teoría del duende’ desarrollada por Federico García Lorca se originó nuestra inquietud y convicción de llegar a ser verdaderos artesanos del oficio de viajar.
“En toda Andalucía, roca de Jaén y caracola de Cádiz, la gente habla constantemente del duende y lo descubre en cuanto sale con instinto eficaz”, llegó a comentar el poeta granadino. Sin embargo, tal era la efusividad de Lorca hacia ese carisma andaluz que pasó por alto el hecho de que otra tierra tenía arraigada en su historia esa palabra, “duende”, desde hacía más de diez siglos.
Hablamos de Irlanda; precisamente, conocida popularmente como el país de los duendes. Porque la imagen de un hombrecillo vestido de color verde es la que a muchos se le viene a la mente cuando escuchan hablar de esta nación. También los tréboles, la cerveza negra o San Patricio son otros de los tópicos irlandeses conocidos mundialmente. Y es que todo ello guarda relación con estas criaturas mitológicas fantásticas, cuya leyenda nació en la isla esmeralda (apodo por el que se conoce al país).
Más concretamente, hablamos del leprechaun, un tipo de duende masculino del que se dice que habita en Irlanda, junto a otros seres feéricos. Sus primeras descripciones se remontan a hace más de diez siglos, siendo considerados ancianos de pequeña estatura con capuchas que vivían en los bosques con las hadas, vestían de color rojo y trabajaban como zapateros. Las leyendas hablaban también de ellos como espíritus de agua, descendientes de los Tuatha Dè Danann, el último grupo de dioses y diosas que habitaron Irlanda antes de ser derrotados por los celtas.
Las travesuras son una de sus prácticas más habituales y la avaricia uno de sus rasgos más característicos. De hecho, pese a la humilde profesión que puede considerarse ser zapatero, los leprechauns ostentan grandes fortunas y no ven muy bien eso de compartirla. De aquí radica la versión más conocida de su leyenda, la cual narra que estos duendes poseen ollas y calderos llenos de oro y preciados tesoros, ocultos por toda Irlanda o en un lugar mágico al final del arco iris. La fábula también dice que si alguien ve a un leprechaun, este no se puede escapar y queda atrapado, bien hasta que esa persona lo libere o retire su mirada del duende.
Bajo su aspecto amable, el leprechaun adopta su lado más huraño y engañoso cuando se le pregunta por su fortuna. Ahí empleará todo tipo de trucos para engatusar a la persona que lo ha capturado para que lo deje libre. Según la mayoría de los cuentos, estos astutos duendes casi siempre se salen con la suya y logran burlar a sus captores. Pero en caso de no surtir efecto su estrategia, la criatura no duda en cambiar su libertad a cambio de tres deseos o de revelar la ubicación de una de sus ollas con oro.
En la actualidad, la imagen del leprechaun es la de un hombrecillo juguetón, vestido al completo de color verde esmeralda, con un trébol en su sombrero y una espesa barba pelirroja. Desde el siglo XIX se ha extendido este aspecto, con el resurgir del sentimiento patriótico y nacionalista hacia Irlanda. Fue durante en esa época del Romanticismo en la que se comenzaba a enaltecer este tipo de simbología, con la que se identifica la identidad del país. Por todo ello, el leprechaun se ha convertido en una figura importantísima del folclore irlandés.
San Patricio, patrón de Irlanda y verdugo de los duendes
Además de en poemas, cuentos, series o películas, los leprechauns tienen presencia también en grandes festividades nacionales. La más importante, sin duda, es el día de San Patricio (17 de marzo), cuando se conmemora la muerte del patrón de Irlanda.
La cerveza y el color verde toman las calles de Irlanda y de otras muchas ciudades del mundo. San Patricio fue quien llevó el cristianismo a la isla de Irlanda en el siglo V d. C., pero no fue hasta 1903 cuando se comenzó a celebrar oficialmente en el país la conmemoración de su fallecimiento. Por descontado que en esta festividad no podía faltar el travieso hombrecillo barbudo que copa el protagonismo de esta publicación.
La vinculación de los leprechauns con San Patricio se remonta a la época en la que el santo comenzó a predicar en Irlanda y sus ciudadanos se convirtieron al cristianismo. Ante ello, cuenta la leyenda, unos druidas invocaron a una tropa de duendes y la enviaron a la catedral donde San Patricio llevaba a cabo su cometido, con el objetivo de incordiar al monje y a todos aquellos que cambiaran su fe. Con sus clásicas jugarretas, estas pequeñas criaturas hacían la vida imposible a los feligreses, quienes se quejaban de no poder rezar e incluso de sufrir daños en el templo. Viendo aquello, San Patricio decidió hacerles frente diciendo: “En nombre de Dios Todopoderoso yo los expulso, espíritus impuros”. Bastó tan solo que el monje pronunciara esa frase para que los duendes fuesen desterrados de la iglesia y los druidas dejaran en paz a la feligresía cristiana de Irlanda.
Duende por un día
Como capital y ciudad más grande de Irlanda, Dublín presume orgullosa de su cultura y tradiciones. En pleno centro, en Jervis Street, se abrió en el año 2010 un moderno museo dedicado a los leprechauns, el National Leprechaun Museum. Es el sitio ideal para adentrarte de lleno en la historia mitológica del país y empaparte de ella. Aquel que cruce sus puertas quedará embriagado de la esencia cultural irlandesa, convirtiéndose en duende hasta finalizar su visita al final del arco iris, donde aguarda un caldero lleno de oro; inaccesible, como dicta la leyenda que ya conocemos.
Ya hemos visto que Irlanda es un país con una extensa e increíble historia, que atrae y enamora a sus viajeros. Este sitio, hogar no solo de duendes, sino de hadas, celtas y vikingos, hace que sus visitantes queden hipnotizados con su imponente belleza natural y cultural. La isla esmeralda cumple con los deseos y expectativas de todo aquel que acude a ella. Irlanda impresiona, sus rincones obnubilan, y sus leyendas seducen y fascinan.