Encontrar la paz entre la naturaleza del norte de Islandia
Al estar ubicada tan al norte del globo terráqueo, pensamos en Islandia como un país que debe esta perpetuamente cubierto de nieve y hielo, aunque la realidad bajo tierra es bien distinta, pues la isla es una de las regiones más volcánicas del mundo, con una gran cantidad de volcanes activos.
Y es que, tanto por fuera como por dentro, Islandia es fascinante. Se mire por donde se mire. Porque en este impresionante país, conocido como la tierra de hielo y fuego, la naturaleza es eterna y el protagonismo que ella toma en cada paraje es bien auténtico. Volcanes, cuevas subterráneas, géiseres, campos de lava, infinitas cascadas y, por descontado, glaciares imperan en sus paisajes contrastantes.
Precisamente, quien acude a esta isla espera quedar maravillado con sus sorprendentes y apasionantes paisajes, donde los ríos atraviesan desiertos y la lava brota del hielo. Como decíamos, una tierra de enormes contrastes… ¡y con mucho Duende! Los elementos naturales bailan entre lo cálido y lo gélido durante inviernos con noches interminables y veranos donde el sol nunca se pone.
Pero poco te estamos descubriendo por el momento con esta descripción de Islandia, país que guarda otros muchos encantos que pasan desapercibidos entre la mayoría de sus visitantes. Entre estos se encuentra la zona norte del país, con regiones históricas donde la hospitalidad y la tranquilidad son sus mayores fuertes, además de sus maravillas naturales y sus lugares únicos donde observar las tan buscadas auroras boreales.
La Península de Westfjords, pura y única
Al noroeste de Islandia destaca una extensión de tierra en aguas del Ártico, conocida como Westfjords (Vestfirðir). Es una de las ocho regiones que componen la geografía islandesa y, precisamente el hecho de ser una zona relativamente aislada de los núcleos urbanos, es lo que le hace tener un especial encanto.
Te faltará tiempo para recorrer sus montañas, mesetas, valles y costas enteras. Aunque siempre podrás tomar un descanso dándote un relajante baño en las aguas de sus termas naturales, disponiendo de ellas únicamente para ti dada la poca afluencia de personas en el camino. Aunque si lo que buscas es adentrarte de lleno en la idiosincrasia local de Westfjords, te recomendamos que apuestes por su sorprendente industria pescara. ¿Cómo? Tan solo debes tomar una caña de pescar y zarpar en uno de los barcos comerciales para capturar la que puede ser tu cena esa noche. O bien, otra opción la tienes buceando en las aguas cristalinas de los fiordos de la región.
Pero volvamos a hablar de los paisajes y vistas que ofrece Westfjords, que sin duda te dejarán sin aliento. Ahí reside la verdadera Islandia, lejos de las multitudes del sur, con una naturaleza y una forma de vida que merecen la pena ser explorados. Contempla, siente y vívelo. Westfjords es inmensa e inmersiva. Sentirás estar alejado de la nada mientras estás rodeado de todo.
La vida salvaje y geológica de Vatnsnes
Aún en el noroeste, otra península, la de Vatnsnes, es la mejor opción para adentrarse en la verdadera vida salvaje y geológica islandesa. Y es que esta zona es una de las mejores del país para contemplar colonias de focas y morsas en libertad. Un par de horas antes y después de que baje la marea, cuando el clima esté despejado, estos animales hacen su aparición, otorgando a quien lo presencia una experiencia única.
Y además de su vida salvaje, como ya dijimos, la geología es otro de los grandes atractivos de Vatnsnes. Al ser una península montañosa, esta región deleita a quien acuda a ella con formaciones tan maravillosas e interesantes como el monolito de Hvítserkur, formado por magma volcánico hace miles de años y moldeado por el viento y el agua, hasta darle la extraña forma que tiene hoy en día. Algunos asimilan esta formación geológica a un elefante o un rinoceronte, aunque cuenta la leyenda que se trata de un troll que se metió en el mar para arrojar piedras a un monasterio cercano, y que al salir el sol no tuvo tiempo de refugiarse y quedó congelado en esta formación rocosa.
Encontrar la paz entre las montañas de Seyðisfjörður
Del noroeste tomamos camino hacia el noreste para sumergirnos en el corazón, patrimonio cultura y hospitalidad de la ciudad de Seyðisfjörður. Un remanso de tranquilidad, ambiente relajado e incontables actividades localizado entre los montes Bjólfur y Strandartindur.
Al agradable paseo que puede darse por la propia ciudad se le puede unir otro en dirección a reserva natural de Vestdalur, donde se encuentra el lago con su mismo nombre y la llamada “cueva de la Dama de la Montaña”. Varias cascadas sirven de antesala hasta llegar a un pequeño lago, el Vestdalsvatn (congelado la mayor parte del año), que tiene como fondo el imponente y majestuosos monte Bjólfur (1.085 metros). Una imagen digna de toda postal en plenos fiordos.
Y justo tras ese recorrido montañoso, al otro lado de la cordillera, es posible contemplar también otra de las bellezas de Seyðisfjörður: las colonias de frailecillos. Cerca de la costa, estas pequeñas aves anidan y pescan en lo alto de afloramientos de rocas marinas, estando precavidas de todo lo que sucede a su alrededor. Una experiencia única e inolvidable la de poder ver a estos frailecillos en completa libertad, bombardeando y cayendo al mar en picado, ofreciendo imágenes geniales que quedan para el recuerdo.
Comprobado queda que el norte de Islandia ofrece innumerables quehaceres y disfrutes, tanto por tierra como por mar, gracias a su vida salvaje. Sin embargo, si de algo puede presumir la naturaleza de zonas como las descritas, donde el turismo apenas ha hecho mella, es de poder ofrecer una sensación sinigual, la de poder sentir una paz y una sensación de tranquilidad con uno mismo y con lo que le rodea.
Existen infinidad de artículos escritos sobre Islandia y sus hermosos lugares que visitar “obligatoriamente”, pero son pocos los que han vivido la riqueza salvaje y natural de las áreas del norte. Y ahí está precisamente su Duende, en el misticismo que alberga, que incluso te hará olvidar las frías temperaturas que abundan.