Tierra de masáis engalanada por los flamencos
Con su imponente monte Kilimanjaro, su inigualable lago Victoria, sus gloriosas playas y su majestuosa fauna, Tanzania se erige como un lugar que, sin duda, no deja a nadie sin igual. Porque, pese a su juventud, este país siempre logra sorprender muy gratamente a todo aquel que lo visita, ofreciendo experiencias únicas y singulares a cada tipo de turista que se adentra en sus tierras.
Y es que Tanzania apenas suma poco más de medio siglo, pues nació de la unión en 1963 de los países Tanganica y Zanzíbar, que obtuvieron la independencia de los británicos. Y aunque su historia sea más que impresionante, aquellos que visitan este país del África subsahariana lo hacen ante todo para ser deleitados con su naturaleza repleta de vida, bien disfrutando de un safari o de sus playas de ensueño.
Lo cierto es que Tanzania está de moda entre los viajeros por todo lo ya mencionado y mucho más. El Duende de este país lo encontramos en sus paisajes de infarto, su fauna salvaje, la hospitalidad de sus tribus… Una extraordinaria aventura que te hará soñar con los ojos abiertos en este rincón de África.
Pero la intención de este post no es la de mostraros las mejores rutas que hacer en el Parque Nacional del Serengueti ni las mejores playas de Tanzania, ni mucho menos la de mostrar los diferentes tipos de alojamientos o cuál es la clavija necesaria para tu enchufe. Entendemos que ya existe suficiente información sobre todo ello en Internet aunque, como no puede ser de otra forma, ante cualquier duda, siempre podrás contactarnos y estaremos encantados de resolverla.
El post de hoy va dedicado a ano de los mayores encantos de Tanzania (de los muchos e incontable que alberga), sus increíbles lagos. El Victoria, el Tanganica o el Eyasi son los más conocidos y visitados de la nación. Sin embargo, en el corazón del país, en el valle del Rift, se encuentra el lago Natron, uno de los más sorprendentes de la tierra y que no acapara toda la atención que verdaderamente merecen. ¡Te lo presentamos!
Una belleza alejada de lo común
De unos 800 kilómetros cuadrados y aguas salinas, el lago Natron aparece como un lugar inhóspito al norte del volcán Oldonyo Lengai, haciendo frontera con Kenia. Y es que, aunque se salga de los itinerarios turísticos habituales, la zona bien merece ser visitada, pues el lago Natrón es uno de los lagos más extraños y sorprendentes de la tierra.
De belleza desolada, de gran similitud con la superficie lunar, el lago Natron destaca (y debe su nombre) a la alta concentración de sodio en el agua, a menudo viscosa al tacto. Ello le otorga en ocasiones un tono rojizo por la proliferación de algas. También se pueden apreciar formaciones de espirales de carbonato sódico que surgen de las profundidades de la tierra a través de géiseres. Espirales que decoran de ese tono rojizo la superficie del lago, así como la sosa se acumula en las orillas como una espuma blanca.
Ese hermosos y pintoresco paisaje que se crea alrededor del lago Natron es precisamente lo que precede al gran mito que rodea al lago, su capacidad de convertir animales en piedra. Por descontado que ningún miembro de la apasionante fauna que allí habita queda petrificado al saciar su sed en este lago. El mito proviene de ese aspecto que da el sodio acumulado en sus aguas. Nada más lejos. Es más, esas sales minerales, unidas a las bacterias y algas que prosperan en el ecosistema, hacen que en esta zona se produzca un caldo de cultivo ideal para la vida aviar.
Hábitat de flamencos
Y es que precisamente las aves son algunos de sus más preciados habitantes. La zona del lago Natrón ofrece para los amantes de las aves un escenario ideal para su observación. Sus huéspedes más asiduos y queridos son sin duda los flamencos menores, que cubren este lago entre los meses de agosto y octubre para reproducirse y dejar sus huevos.
Observar el esplendor mientras los flamencos buscan comida y llenan los cielos con un despliegue espectacular de rosa y negro sutil ofrece una de las postales más bellas y auténticas del África oriental.
Auténtico territorio masái
Al lago Natron lo envuelve un paisaje que es de los más originales e increíbles del este de África, donde los masáis continúan viviendo de forma tradicional sin apenas influencia de la cultura moderna.
Lo cierto es que, en estas tierras alejadas de lo convencional, tan solo el pueblo Masái sabe extraer su verdadera riqueza. El ya mencionado Oldonyo Lengai, que todavía se encuentra en actividad, y que en la lengua Masai significa “Montaña de Dios”, es un punto de referencia para este pueblo. Además, en el cúmulo montañas escarpadas que componen la postal de este lago, donde los buitres vuelan y los babuinos rondan, se encuentran polvorientos desfiladeros donde los masáis llevan a su ganado a beber.
África en estado puro. Vivir estrechamente con la vida salvaje. Así es la vida del pueblo Masái cuyas numerosas manyattas (aldeas) se encuentran esparcidas por las llanuras circundantes al lago Natron. Palos torcidos, casas de arcilla, corrales de ganado… Un remanso donde los niños cuidan las cabras, los ancianos con togas de color rojo brillante se sientan bajo acacias y los guerreros morani custodian el lugar con sus lanzas.
Seguro que tras conocer los entresijos de este casi desconocido paraje ardes en deseos de pasear alrededor del lago y sus arroyos y cascadas, aguardando vivir en primera persona una fantástica aventura africana totalmente diferente a lo que habitualmente se realiza.
Reencontrarte con paisajes que parecen estar sacados del Rey León puede ser uno de los momentos más bellos de tu vida. En tu retina y en tu alma quedarán grabadas esas puestas de sol rojizas, el despliegue de una bandada de flamencos volando o la estampa de la sabana africana con el Kilimanjaro de fondo.
Qué emocionante puede ser disfrutar de uno de los espectáculos de vida selvática más conmovedores de Tanzania en un lugar duro, salvaje, fascinante… y con mucho Duende.