África es una tierra de asombrosa diversidad, tanto en su paisaje como en su vida salvaje. Desde las vastas llanuras de la sabana hasta las selvas densas y las montañas majestuosas, este continente es un crisol de experiencias visuales que enamora a cualquier amante de la naturaleza. Sin embargo, entre los numerosos tesoros naturales que África tiene para ofrecer, dos desiertos destacan por su singularidad y su capacidad para cautivar a quienes se aventuran en su árida belleza: el Desierto del Kalahari y el Desierto de Namib.
Cierto es que este bioma, a menudo, evoca imágenes de vastas extensiones de arena y un paisaje aparentemente estéril. Sin embargo, estos dos desiertos icónicos de África desafían esta percepción al albergar una sorprendente diversidad de vida silvestre y ofrecer una belleza visual única. Y para mostrártelo, desde Planes con Duende queremos hablarte precisamente sobre la fauna y el componente visual de estos desiertos, revelando sus fascinantes similitudes y diferencias.
La biodiversidad adversa del Kalahari
Yendo por partes, comenzaremos a hablar sobre la fauna del Desierto del Kalahari, que se extiende a través de Botsuana, Namibia y Sudáfrica. Aunque las condiciones áridas son una constante en esta región, la vida silvestre que tiene en ese enclave su hogar ha desarrollado sorprendentes adaptaciones para sobrevivir. No creas que por estar en un desierto te toparás con limitaciones para ver animales. Ni mucho menos. Una de las especies más emblemáticas son los suricatos. Esos pequeños mamíferos que viven bajo tierra y colaboran en la caza de insectos y otros pequeños animales. Son inteligentes, sociables y abundantes en todo el territorio del Kalahari.
Y en lo que a fauna respecta, descuida porque hay mucho más. De hecho, también encontrarás en este ambiente muchos grandes mamíferos. Y es que el Desierto del Kalahari es más propenso que otros a recibir lluvias estacionales, lo que da lugar a una mayor vegetación y fauna. Con lo cual, podrás observar ñus, antílopes y gacelas que migran en busca de pastos en las estaciones húmedas. En esas épocas, también son frecuentes los depredadores como el león y el leopardo, que se aventuran hacia las llanuras abiertas para cazar. Sin olvidar la gran variedad de aves rapaces, como el águila marcial. Las verás surcando los cielos en busca de presas, añadiendo un toque de gracia al paisaje del Kalahari. Es más, el área de conservación del Parque Transfronterizo del Kgalagadi te dará la oportunidad de disfrutar de safaris y expediciones a través de la belleza de este desierto.
El Namib, una adaptación a lo extremo
Ahora llega el turno de presentar el Desierto del Namib, que se extiende a lo largo de la costa de Namibia, alcanzando también parte de Angola y Sudáfrica. Con sus dunas de un rojo intenso y su proximidad al océano Atlántico, apreciarás rápidamente que este desierto es un paraíso único. Más aún para la fauna que allí abunda, especialmente adaptada a condiciones extremas. Uno de sus habitantes más icónicos es la singular especie de escarabajo que frecuenta esta zona del país, aunque hay mucho más.
Podrás encontrar cebras, gacelas, antílopes e, incluso, guepardos que, a pesar de la aridez, han sabido adaptarse a las condiciones de este desierto. Un ambiente que es aún más propicio para especies como los avestruces, los chacales, las hienas y los caballos salvajes. Todos ellos, animales que han evolucionado para sobrevivir con cantidades mínimas de agua y con una visión impresionante para cruzar las dunas en busca de alimentos. Y, por supuesto, al estar pegado a la costa, el Namib es un lugar único para observar aves marinas, ya que las nieblas matutinas atraen a diversas especies de gaviotas y cormoranes del Atlántico.
El componente visual de estos desiertos
Aunque el Kalahari y el Namib sean distintos, te darás cuenta de que ambos son visualmente igual de asombrosos. Las dunas del Kalahari presentan una paleta de colores claros. Además, tienden a no ser muy altas, lo que enfatiza esa sensación de inmensidad al fusionarse con el cielo, más aún durante el amanecer o el atardecer. Todo un espectáculo de reflejos de los rayos del sol. Además, las vastas llanuras de arbustos y árboles esqueléticos que salpican el Kalahari agregan una capa de textura a este paisaje aparentemente árido. Por su parte, la gran carta de presentación del Namib son sus impresionantes dunas de color rojizo, resultado de la oxidación de minerales en la arena. La más famosa no es otra que la Duna nº 45, por su privilegiado mirador, aunque la más alta es la Duna nº7, todo un desafío para los senderistas. Aparte, el Namib reúne otras muchas zonas que lo hacen un lugar de lo más mágico. Estas se concentran en el entorno del Parque Nacional de Namib-Naukluft, donde verás mucho más que dunas; ecosistemas únicos en los que hay cañones, montañas y hasta ríos.
Explorar los desiertos del Kalahari y del Namib es una auténtica maravilla. Te comenzará sorprendiendo la diversidad de vida silvestre que se ha afianzado en estas vastas extensiones de arena, para después encontrar la inspiración en la serena majestuosidad de sus paisajes. Estos desiertos son joyas únicas en el corazón de África y pruebas fehacientes de la prosperidad de la naturaleza.