La Grecia más natural y gastronómica
Grecia no necesita demasiadas presentaciones. Es uno de esos lugares a los que uno sueña con ir. Visitar la Acrópolis o bañarse en las aguas cristalinas de las playas de sus islas son vivencias que cualquiera desea experimentar. Y es que el país de Zeus es uno de los más bonitos e interesantes de todo el mundo, pues alberga una historia y una tradición tan ricas que esconden mucho más de lo que se espera encontrar en un primer momento.
La cuna de la civilización occidental actual tiene mucho que ofrecer. Grecia es un país repleto de rincones que enamoran a primera vista, con una cultura y una historia que están presentes en sus ciudades. Fácilmente nos transportamos a esa Antigua Grecia en la que todo empezó. Presenciando innumerables yacimientos arqueológicos, monasterios en paisajes de vértigo y hermosas islas de aguas cristalinas en mares que han sido testigos de increíbles historias.
Pero si hay algo que debemos tener claro es que Grecia posee otras muchas bellezas además de sus monumentos y sus playas. Pues no podemos olvidarnos de sus incontables maravillas naturales, uno de sus principales alicientes desde la antigüedad.
Los montes de Ática
Casi toda visita a Grecia comienza desde su capital, Atenas, perteneciente a la región de Ática, cuyos montes y montañas rodean la ciudad. Y es que esta pequeña península localizada al sur del país no reúne solamente todos sus encantos en sus playas, sino en su naturaleza. Un conglomerado de montañas, cuevas y lagos que conforman un paisaje inolvidable, junto a un clima que hace que Ática tenga mucho Duende.
Principalmente, el Monte Parnés, situado al norte, con más de 800 especies de fauna y floras y numerosos senderos hechos para los verdaderos amantes de la naturaleza. Para los momentos de descanso, nada mejor que cobijarse bajo la sombra de sus cuevas y cavernas. Para refrescarse, un baño en sus pequeños arroyos de agua y cañones que se encuentran a lo largo de la ladera de la montaña. Un paraje natural histórico hecho para la aventura y la desconexión, donde desearás que el tiempo se detenga.
Los montes Pentélico e Himeto son otros de los principales que rodean Atenas y componen la península Ática. El primero de ellos, el Monte Pentélico, ofrece un paisaje verde y una gran variedad de fuentes naturales de agua cristalinas. Además, desde el mismo se divisa una preciosa e impresionante vista de la ciudad de Atenas y del Golfo Euboean. Por su parte, del Monte Himeto destaca su magnífica cueva Koutouki, en la ladera, con un conjunto de estalagmitas, estalactitas y columnas que la convierten en una de las mejores cuevas del planeta, así como en una de las mejores para explorar
Asimismo, Ática y su Monte Himeto son famosos también la deliciosa miel que se produce en la zona. Es más, desde la época clásica, el néctar que las abejas producían era de lo más preciado por todas las clases sociales, incluidos personajes de la talla de Hipócrates, Demócrito o Aristóteles. También la mitología habla de las abejas que poblaban el Himeto y producían la miel más rica y la cera más suave de Grecia, gracias a la fragancia de sus magníficas flores y hierbas.
La miel de Ática es patrimonio nacional del país, cuyo intenso aroma y sabor la convierten también en un producto distintivo e indispensable de la cocina tradicional griega. Desde pasteles y galletas, pasando por el clásico yogur griego hasta salsas e incluso adobo, la miel es un ingrediente latente en el menú de las familias helenas.
Los paisajes naturales de Tracia
Al noreste de Grecia encontramos otro de sus grandes atractivos naturales, la región de Tracia. Un lugar histórico en el que la cultura occidental se encuentra con la oriental, con ecosistemas excepcionales y bosques vírgenes, cuya flora y fauna fascinan a todo aquel que se adentra en ellos. Un auténtico festival de colores en el que predomina el verde de su arboleda y el azul cristalino de sus lagos.
Entre bosques, campos, montes, arroyos y ríos merece la pena destacar el Parque Nacional Bosque de Dadia-Lefkimi-Soufli, cerca de la frontera con Turquía, donde paseando por sus magníficos senderos podrás sentirte un habitante más de la región; es decir, uno de los cientos de aves poco comunes que allí viven. Y es que este lugar alberga tres de las cuatro especies de buitre de Europa (negro, leonado y alimoche). El mosaico paisajístico que forman sus bosques de pinos y robles, interrumpido por claros, pastos y campos, hacen de este Parque Nacional el hábitat ideal para las aves rapaces.
Y como puerta al Mediterráneo, entre Rodopi y Xanthi, el hermoso y mítico Lago Vistonida. Un espectáculo natural para la vista, con una gran variedad de aves, reptiles y anfibios, así como varios canales naturales y artificiales que hacen conectar sus aguas directamente con las del Mediterráneo. Una belleza natural de la que son característicos sus corrales de juncos y las diversas lagunas que la delta del lago conforma, como Lafre, Lafrouda, Alyki, Elos y Porto Lagos. En esta última se encuentran las capillas de San Nicolás y la Virgen María, construidas sobre pequeños islotes rodeados por el agua y los juncos de la laguna.
Siendo en las cocinas donde se cuece gran parte de la cultura de un pueblo, Tracia no podía ser menos. Además de por parajes naturales como los mencionados antes, esta región recoge la esencia de Grecia con sus famosas salchichas. A partir de carne de ternera picada, abundante comino, especias y pimienta negra, el pueblo tracio presenta su plato más tradicional de varias formas. Bien crudo, a modo de aperitivo y cortado en rodajas, o bien entero, frito y con queso o huevos.
Viajar por regiones de Grecia como las nombradas supone disfrutar de la naturaleza y de sus sabores locales. Además de su historia y playas de postal, el país heleno te da también la oportunidad de descubrir un estilo de vida único a través de sus lagos y sus boques.
El arte y la cultura que de sobra ofrece este país se unen en un entorno natural único que atrae a todo visitante que llega desde cualquier lugar del mundo. Porque Grecia no es un país para aburrirse, sino todo lo contrario; es un lugar al que querrás regresar una y otra vez.