El esplendor de Pamukkale
Todos hemos visitado alguna vez sitios que nos han resultado familiares, cuya imagen ya hemos visto anteriormente. Uno de ellos bien puede ser la ciudad turca de Pamukkale, un lugar que difícilmente se puede olvidar por toda su espectacularidad. Y es que no deja de ser una de las zonas de Turquía más visitadas por su “castillo de algodón”. Precisamente, este es el significado que “Pamukkale” tiene en turco; bastará con presenciar su referencia más preciada para entenderlo.
Es una de las imágenes por excelencia de Turquía. Una montaña blanca que luce impoluta bajo el sol ante los ojos de todos aquellos que la contemplan. No es nieve. Tampoco hielo. Ni siquiera sal o algodón, aunque nuestra ilusión óptica y mental interprete lo contrario. El famosísimo castillo de algodón de Pamukkale se trata en realidad de una formación geológica producida por las aguas termales del lugar.
Ten por seguro que este espacio natural te sorprenderá a más no poder. Por algo fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1988. Así pues, tu viaje a Turquía debe contemplar obligatoriamente disfrutar de este sorprendente monumentos natural. Imponente y poderoso, dota de una gran belleza a toda la zona de Pamukkale, la cual adquiere un tono de fantasía gracias a su obra estrella. Te parecerá irreal, pero no es así. Hasta que aterrices en tierras turcas, te presentamos este nuevo post para conozcas mejor uno de los panoramas más inimaginables y, a la vez, más auténticos del mundo.
Un espectáculo natural único
Todo el conglomerado del castillo de algodón se encuentra el Parque Natural de Pamukkale, el cual destaca por ser un área de gran actividad sísmica. Al ser constantes los movimientos tectónicos en la región, estos provocaron un brote de numerosas fuentes de aguas termales que, con el paso del tiempo, ha arrastrado gran cantidad de minerales (sobre todo, bicarbonato de calcio), acumulándose estos en la ladera. Todo este proceso han producido lo que hoy se conocen como las terrazas de Pamukkale, que desde la distancia aparentan estar formadas por nieve.
Antes de visitar este Parque Natural, lo primero que debes saber es que es obligatorio ir descalzo para no dañarlo. Aunque parezca resbaloso, no lo es en absoluto. Sentirás que andas por una superficie rugosa con una fina capa de agua por la que se puede caminar con tranquilidad.
Mientras vas subiendo poco a poco los travertinos de este increíble lugar irás presenciando esas peculiares terrazas de las que hablábamos antes, sucediéndose en forma de cascada y formando numerosas piscinas de agua color turquesa. El contraste de estas con el blanco imperante del entorno crean una imagen agradable, capaz de transmitir calma y sosiego a quien se encuentre allí. Eso sí, desde la llegada del hombre y la masificación de la zona, estas piscinas pasaron de llenarse de manera natural con el agua de la montaña a llenarse de forma artificial.
Podrás disfrutar de un relajante baño en estas aguas que rondan los 35 grados, mientras disfrutas de unas vistas inigualables. Para aprovechar mejor estas panorámicas, aguarda hasta el atardecer para que Pamukkale te regale una inolvidable puesta de sol reflejada en el blanco de su castillo de algodón. Desde lo más alto de la ladera, donde finaliza el recorrido por sus travertinos, el momento en el que el sol cae ofrece unas tonalidades impresionantes. Un espectáculo en el que el blanco se torna anaranjado hasta que la roca llega a teñirse de un rosa que simula que el castillo esté hecho de algodón de azúcar.
No termina ahí la visita a Pamukkale, pues justo en la cima encontrarás la llamada Piscina de Cleopatra. Es la guinda perfecta para relajarse tras un día lleno de emociones. Podrás desconectar en estas aguas minerales curativas construidas sobre las ruinas de la antigua ciudad de Hierápolis; incluso podrás sumergirte entre pórticos de mármol derrumbados. Un placer para todos los sentidos del que, según se cree, también disfrutaba la reina egipcia que da nombre a estas piscinas.
Los restos de la antigua Hierápolis
Mantén la impresión tras descubrir todo el esplendor del castillo de algodón… ¡Porque todavía hay más! Otro de los grandes atractivos de Pamukkale son las ruinas de la antigua ciudad romana de Hierápolis, erigida hace veinte siglos en la parte alta de la colina de la actual urbe.
Los romanos construyeron esta ciudad aprovechando las aguas termales que surgían del suelo. Lo que comenzó siendo un lugar de descanso y retiro para relajarse (digno de la propia Cleopatra) se terminó convirtiendo en un territorio sagrado, teniendo en cuenta la gran cantidad de templos en honor a los dioses que se levantaron. Eso ha propiciado que, actualmente, Hierápolis sea un verdadero y magnífico museo al aire libre, pudiéndose contemplar varias de sus antiguas construcciones.
Nada más entrar a estas ruinas ya habrás atravesado el Arco Dominicano, antesala de todas las maravillas arqueológicas con las que te toparás seguidamente: Iglesias (como el templo de Apolo), baños termales, un antiguo cementerio y un impresionante teatro perfectamente conservado, construido en el siglo III para acoger unas dice mil personas.
Impresionante, ¿verdad? Seas o no amante de la arqueología, contemplar las increíbles ruinas de Hierápolis es un motivo más que de sobra para seguir disfrutando de Pamukkale.
¿Qué más hacer?
Si te has quedado con ganas de más… ¡Descuida! Los alrededores de Pamukkale cuentan con otros lugares que añadir a tu itinerario. Si te apetece empaparte de arqueología, Afrodisias es tu lugar. Se trata de una antigua ciudad griega que lleva el nombre de Afrodita, diosa del amor y la belleza, y que cuenta con canteras de mármol en perfecto estado de conservación, esculturas, monumentos e inscripciones que hacen de este sitio arqueológico un lugar único y verdaderamente fascinante.
Otra zona por la que optar es Laodicea (antigua Dióspolis o Raos), donde se han llevado a cabo numerosas y frutíferas excavaciones que han dado como frutos dos teatros, unos baños romanos, ágoras, fuentes monumentales, templos y algunas avenidas llenas de columnas. Todo un espectáculo clásico con el que continuar amenizando tu ruta.
Como culmen, nada mejor que aventurarse por los cielos con un fantástico paseo en globo con el que disfrutar del castillo de algodón de Pamukkale desde otra perspectiva también impactante. Contempla desde las alturas todas su piscinas naturales, así como las ruinas romanas de Hierápolis. Todo el esplendor de Pamukkale en una panorámica.
Habrás comprobado cómo esta ciudad de Turquía ofrece unos paisajes y una historia únicas en el mundo. De ahí su relevancia y su poderío. Además, una visita por Pamukkale te hará descubrir un sinfín de nuevas sensaciones y experimentar emociones desconocidas, reafirmando aún más la autenticidad de este espectacular lugar.
Naturaleza y restos de imponentes civilizaciones antiguas. Una fusión singular, a la par que asombrosa. Una auténtica maravilla natural que no te puedes perder.