Las experiencias que esconden las leyendas de Seychelles
La imagen de las islas Seychelles es probablemente la que se nos venga a más de uno a la mente cuando pensamos en un paraíso de cayos de arenas, aguas turquesas y arrecifes de coral. Este archipiélago africano, formado por unas 115 islas (de las que solo 33 están permanentemente habitadas) es un territorio mágico que emerge sobre el Océano Índico. Al noreste de Madagascar, lejos de lo que muchos creen, Seychelles es algo más que tumbarse en una hamaca y tomar el sol en la playa. Una auténtica caja de sorpresas que en su interior contiene, además de selvas, arenales, arrecifes de coral y aves endémicas, una historia de lo más interesante y reciente.
Precisamente aquí centraremos la atención en este post, en la historia seychelense y sus leyendas dignas de Hollywood. Porque, pese a la antigüedad de estas islas, la huella dejada por el paso de la humanidad ha sido mínima y desde hace relativamente poco, por lo que este paraíso natural ha podido conservar su esencia original y mantener vivas historias que bien darían para una saga de libros o películas. Y es ahí donde reside todo su Duende
¿Relacionas piratas con las islas Seychelles? ¡Después de leer este post, seguro que sí! Incluso querrás perderte algunas horas de playa para aventurarte en la búsqueda de tesoros que presumiblemente hay escondidos por el archipiélago. Por eso, abordaremos este post desde la perspectiva de esas leyendas que habitan en esas islas y que han originado una cara de la cultura de las Seychelles que pocos conocen.
Un refugio pirata
Durante varios siglos, las islas Seychelles han sido el escondite perfecto elegido por piratas tanto para esconder sus botines como hallar el mejor refugio. Muchos corsarios encontraron en este lejano paraíso su propio refugio y el de los tesoros que interceptaban en sus largas travesías. De ahí que muchas leyendas seychelianas cuenten que en sus islas todavía se conservan tesoros de un valor incalculable escondidos por dichos bucaneros.
Una de estas fábulas tiene como protagonistas a dos de los más conocidos e infames piratas del siglo XVIII: el inglés John Taylor y el francés Olivier Levasseur, alias ‘El Gavilán’. Ambos se aliaron en 1721 para capturar un buque de 800 toneladas repleto de tesoros pertenecientes al virrey luso de Goa y a su obispo. En especial, estos piratas y su tripulación querían echar mano de la llamada “Cruz ardiente”, una joya hecha de diamantes y rubíes. Según esta leyenda, este y otros tesoros obtenidos tras el abordaje se encontrarían escondidos bajo las aguas, cerca de la costa de la isla de Mahé, la más grande del país.
En esta misma ubicación señala otra de las leyendas de piratas seychelianas que se encuentra el famoso tesoro del Capitán Levasseur. Y decimos famosos porque han sido muchos los que han ido en su busca con el paso de los años. La leyenda sobre ‘El Gavilán’ dice que su tesoro podría permanecer escondido en algún lugar de la Bahía de Bel Ombre, en la costa norte de Mahé. Muchas historias narran que, instantes antes de ser ajusticiado en 1730, con la soga al cuello, Levasseur sacó de su collar un criptograma de diecisiete renglones y lo arrojó a la multitud que quería presenciar su muerte. Se formó una breve trifulca entre el gentío que, a golpes, quería atrapar el pergamino del reo que, mientras, exclamaba: ¡Que encuentre mi tesoro el que pueda entenderlo! Real o no esta historia, no han sido pocos los que han tratado de resolver sin éxito este misterio.
Un paraíso de clima familiar
Las Seychelles estuvieron deshabitadas hasta finales del siglo XVIII, después de que la zona dejase de ser ese refugio de piratas que la convirtieron en su particular escondite de tesoros. De ahí que, cuando los habitantes franceses de Mauricio desembarcaron en territorio seycheliana para asentarse, se toparan con armas de fuego, tumbas de bucaneros y un sinfín de tesoros y joyas sumergidos en el mar, siendo estas las primeras manifestaciones artísticas de la zona que han quedado inculcadas en su cultura.
Esa “cultura pirata” se fusionó con la que trajeron los europeos posteriormente a las Seychelles, dando lugar en la actualidad al carácter extrovertido de sus habitantes. Gente hospitalaria y calurosa acostumbrada a invitar a los visitantes a sus casas, haciendo que la estancia en su país sea más inolvidable aún. Te sentirás no solo un seycheliano más, sino parte de esa familia que te acoge y que te sumergirá por completo en las tradiciones y gastronomía de las Seychelles.
Además, cualquier seycheliano, sobre todo los más pequeños, te abordará sonrientemente para contarte las leyendas y hazañas de piratas que ocultaron cofres con joyas y monedas de oro en algún lugar del archipiélago. ¡Una experiencia enriquecedora y con mucho Duende que no querrás perderte!
La ruta de los corsarios
En cuanto a esos lugares donde más palpable es la historia bucanera, sin duda uno de ellos es la isla de Mahé, donde la leyenda cuenta que Taylor y Levasseur escondieron sus tesoros. Allí se encuentra la actual capital del país, Victoria, al norte de la isla, donde a su vez fue levantado en 1804 el Château Mamelles, hogar de uno de los corsarios más famosos de las Seychelles, Jean-François Hodoul, quien decidió asentarse en aquel lugar tras hacer una gran fortuna. Esta casa de plantación es considerada una de las más significativas y antiguas de la isla, compuesta de gruesos muros de piedras quebradas por el fuego y dos pisos coronados con un ático.
Además, el cementerio de Bel Air, también en Mahé, es otro lugar imprescindible en el que disfrutar de la atmósfera y perderse explorando a su alrededor. Según la leyenda, en dicho cementerio están enterrados los piratas que atemorizaban a los navegantes por esas costas y la disposición de las tumbas indica la situación de tesoros escondidos. Precisamente, ahí se encuentra la tumba de Jean François Hodoul.
Otro lugar emblemático de la historia pirata de las Seychelles se encuentra es la isla de Silhouette, un paraíso de selva tropical donde se dice que varios bucaneros enterraban sus tesoros. Se trata de la isla más escarpada del archipiélago seycheliano pues, en realidad, se trata de la cima de un volcán extinto. Aun así, sus playas y su entorno natural lo convierten en un punto imprescindible. Quizás, con suerte, puedas dar con algún botín enterrado mientras recorres sus senderos vírgenes que se pierden por el bosque ecuatorial que recubre las montañas de la isla, teniendo su epicentro en el monte Dauban.
Ya tendrás una idea de que viajar a las Seychelles tiene más aparte de tender la toalla en la arena para disfrutar del paraíso. Las rutas y leyendas sobre piratas que forman parte del patrimonio de este país combinan a la perfección con recorrer el Valle de Mayo de la isla de Praslin y disfrutar del mayor atolón de coral del mundo en la isla de Aldabra, que además cuenta con la mayor población de tortugas gigantes del mundo.
Por eso, sabedor del Duende de las Seychelles, nada mejor que buscar la inspiración y recrearse en tiempos pasados en un paraíso que es menester visitar, al menos, una vez en la vida. Porque la comodidad, el avance y la alegría de Seychelles hacen que el viajero disfrute de todo tipo de comodidades y experiencias en su visita a un destino de ensueño.