En México, la tristeza se convierte en alegría
Enamorarse de un país a primera vista no siempre es fácil, aunque siendo México un territorio tan grande y diverso de seguro que alguna de sus esencias hará que te quedes prendado. Sus colores, su historia, sus tradiciones, sus paisajes naturales, su gente o su gastronomía (ya dedicamos un post a hablar de sus deliciosos chapulines) son alicientes suficientes como para adoptar la cultura que México ofrece, olvidando incluso por momentos que procede de otro lugar.
Porque los mexicanos tienen una forma de ver la vida distinta a la que tenemos, y todo gracias a permanecer muy arraigados a sus costumbres e historia. A México se va para vibrar, para vivir y para descubrir todas las maravillas que esconde dentro de las que comúnmente ya se conocen. Y es en una de ellas en la que queremos centrar esta publicación. En una de las celebraciones más especiales y representativas de México que lo hace ser distinto al resto del mundo. Hablamos del Día de Muertos, una festividad con mucha tradición y, por supuesto, con mucho Duende.
En muchas ocasiones, transformar el dolor y la tristeza en fiesta y alegría puede resultar imposible. Sin embargo, si hay un país que lo logra, al menos una vez al año, es México. Y es algo que sus habitantes llevan haciendo desde hace siglos, pues el Día de los Muertos es otro de sus rasgos culturales que surge de la fusión entre las tradiciones prehispánicas y las creencias católicas. Ese culto a la muerte era una parte vital de la cosmovisión de los pueblos precolombinos, lo que unido a la evangelización tras la llegada de los españoles dio lugar a la celebración del Día de Muertos que se conoce actualmente.
Esta festividad puramente mexicana toma de los antiguos pueblos indígenas la creencia de que las almas de sus difuntos regresaban al mundo de los vivos una vez al año, siendo recibidos por sus seres queridos. A ello se une la costumbre católica de conmemorar el Día de los Fieles Difuntos y Todos los Santos los días 1 y 2 de noviembre, que es cuando tiene lugar la celebración.
Además, cada estado y cada región tiene sus propias costumbres para celebrar este día en que los mexicanos hablan con sus difuntos. Sobre todo los llamados ‘pueblos mágicos’ de México, aquellos que han sido capaces de proteger y guardar su patrimonio cultural. Esta es otra de las riquezas de la festividad y del país, las diferentes forma de celebrar una de sus costumbres más emblemáticas, y a varias de ellas haremos referencia a continuación, para que conozcas y descubras toda la esencia del Día de Muertos. Una fiesta con mucho Duende.
Un recorrido hacia el inframundo en Malinalco
La belleza del pueblo mágico de Malinalco se la dan las montañas que lo rodean y sus calles empedradas, dándole un aspecto muy pintoresco de pueblo colonial. Allí, la arqueología es uno de sus grandes atractivos, como también lo es el desfile que se realiza, el ‘Recorrido al Mictlán’ (inframundo), una representación prehispánica relacionada con el mundo de los muertos.
Se trata de un recorrido nocturno que los habitantes de Malinalco, y todo aquel que llega para vivir, disfrutar y conocer de primera mano está mágica y simbólica tradición, realizan el Día de Muertos. La música y la alegría son los grandes protagonistas en las calles, donde no faltan las catrinas, calaveras y diablos.
El fin de este recorrido, el Mictlán, no es otro que la entrada de la Casa de las Águilas y los Tigres, donde se muestra la boca de una serpiente, que para los antiguos guerreros aztecas representaba precisamente la puerta hacia el inframundo.
La Alumbrada de San Andrés Mixquic
Al igual que Malinalco, cerca de la capital Ciudad de México se encuentra San Andrés Mixquic; aunque más que de pueblo, hablamos de un barrio mágico que simboliza toda la esencia del ritual del Día de Muertos.
Las ganas e intensidad con las que se vive esta festividad en Mixquic son tales que tiene su inicio el 30 de septiembre, cuando los lugareños acuden a los panteones para invitar a sus difuntos a disfrutar de las ofrendas que tendrán lugar el 2 de noviembre. Un mes después de la invitación, el 31 de octubre, comienzan los preparativos. Alfombras de aserrín, flores de cempasúchil, danzas prehispánicas, altares coloridos y demás actividades culturales dan la bienvenida a los difuntos al mundo de los vivos, en lo que es un rito totalmente único.
El 1 de noviembre, doce campanadas suenan para anunciar la llegada de los niños difuntos, a quienes se le marca el camino a la ofrenda con pétalos de flores blancas. Después, el 2 de noviembre, al mediodía, otras doce campanadas anuncian el regreso de los jóvenes y, a las 15.00 horas, suenan de nuevo para marcar el de los adultos.
Comida y flores llenan las tumbas y, al anochecer, con todas las luces del barrio apagadas y sus vecinos pernoctando en los panteones a la luz de los cirios, se realiza la tradicional ‘Alumbrada’.
Travesía en canoa en el lago de Pátzcuaro
El pueblo mágico de Pátzcuaro es otro de los lugares de México donde la tradición del Día de Muertos está más arraigada. La celebración resulta diferente a las anteriores, pues en esta ocasión, en la medianoche del 1 de noviembre, el lago de Pátzcuaro se llena de canoas iluminadas por velas, yendo los creyentes en procesión hacia el panteón de Tzirumútaro, en la isla de Janitzio.
La travesía transcurre entre aromas de los clásicos cempasúchil y copal. Estas flores forman además un arco en la entrada del panteón de la isla, que junto a una fila de cirios simbolizan la puerta y el camino por el que los difuntos deben regresar al mundo de los vivos para disfrutar de su comida favorita y sus hobbies.
Una vez llega la procesión, las danzas, cantos y altares coloridos sirven para dar la bienvenida a sus seres queridos, mientras que Pátzcuaro continúa engalanándose para cuando los lugareños regresen de nuevo en procesión a este pueblo mágico.
Ya lo decíamos al principio de este post. No es difícil enamorarse de un país como México, que esconde muchas más maravillas dentro de las que comúnmente ya se conocen. El Día de Muertos es una fiel representación de a lo que nos referimos. Una costumbre cargada de esencia y de la que los mexicanos se sienten orgullosos de compartir con el mundo.
Disfruta de esta experiencia única que te llenará el espíritu y te mostrará una forma fascinante de percibir la vida, entender la muerte y honrar a los seres queridos que ya no están. Porque en el Día de los Muertos no hay lugar para la tristeza, sino para la alegría del reencuentro con los nuestros.