Costa Rica no necesita presentación cuando se habla de naturaleza. Es un país que ha sabido proteger sus bosques, cuidar sus costas y poner en valor su biodiversidad como pocos rincones en el planeta. Aquí, cada sendero, cada amanecer y cada especie son un recordatorio de la maravilla que es este destino. ¡Pero hay algo más! Y es que en Costa Rica no solo se conecta con la naturaleza, también se roza lo mágico.
Porque hay lugares donde la ciencia y las leyendas se dan la mano. Donde lo real se vuelve irreal de tan perfecto que es. Y donde uno camina con la sensación de haber entrado en un cuadro impresionista. Uno de esos lugares es el Parque Nacional Volcán Tenorio y su asombroso Río Celeste. Aquí, en el norte del país, entre nieblas, raíces retorcidas y el susurro de la selva, se esconde una de las joyas más insólitas de Centroamérica… ¡Que desde Planes con Duende queremos mostrarte! Pues esta no es solo una visita, sino una experiencia que transforma.
El azul imposible del Río Celeste
Dicen que cuando Dios terminó de pintar el cielo, lavó sus pinceles en este río. Y cuando uno lo ve por primera vez, no parece una metáfora. El color del agua en el Río Celeste es tan inverosímil que cuesta creer que no haya truco. Pero no hay filtros ni retoques. Es la naturaleza en su forma más poética y perfecta. Y sí, también tiene su explicación: el color se debe a una combinación de minerales que, al encontrarse en un punto conocido como ‘Los Teñideros’, crean ese efecto óptico de tonalidades turquesa y celeste intenso. Eso sí, aunque la ciencia lo explique, no podrás dejar de creer que se trata de verdadera magia.
Recorrer el Parque Nacional Volcán Tenorio es sumergirse en un cuento. Los senderos serpentean entre árboles centenarios, raíces que parecen esculpidas por artistas y una bruma constante que transforma cada rincón en un escenario onírico. La caminata no es especialmente difícil, aunque la humedad y el barro pueden ponerte las cosas interesantes. Eso sí, cada paso merece la pena. Las paradas naturales se suceden: el propio mirador al volcán, las termas naturales escondidas entre vegetación, la Laguna Azul y, por supuesto, la cascada del Río Celeste. Ese salto de agua, enmarcado por la jungla, con su caída celeste brillante, te dejará sin palabras.

Y lo mejor de todo es que no hace falta ser un profesional del senderismo para vivir esta experiencia. Solo hay que ir con ganas de dejarse sorprender, con el respeto que este tipo de entorno merece y con los sentidos bien despiertos. Porque aquí, cada sonido, cada color y cada gota de agua tienen algo que contar.
Bijagua y su comunidad rural
A los pies del Volcán Tenorio se encuentra Bijagua, una pequeña comunidad que guarda el alma de la Costa Rica más auténtica. Aquí el tiempo no corre, sino que camina despacio, saludando a cada vecino, deteniéndose entre cafetales, jardines floridos y senderos rurales donde el verde parece multiplicarse en todas direcciones. Te aseguramos que Bijagua no es un pueblo de paso. Es un lugar que se queda contigo. Uno de esos sitios donde no necesitas mapa, sino en el que debes dejarte llevar. Los gallos marcan el inicio del día, el aroma del pan casero se cuela por las ventanas y las sonrisas de los locales tienen una calidez única. Por cosas como estas, alojarse en Bijagua es una experiencia en sí misma.
Aquí los alojamientos son, en su mayoría, proyectos familiares o ecológicos que han apostado por una forma de hacer turismo en sintonía con la tierra. Desde pequeñas cabañas rodeadas de jardines tropicales hasta lodges ecológicos con vistas al bosque lluvioso. Todo invita a desconectar de lo superficial y reconectar con lo esencial. El desayuno típico puede incluir frutas recién cortadas del mismo jardín, café cultivado en la finca vecina y una conversación con los dueños sobre el clima, los animales del bosque o las tradiciones locales. Todo esto hará que en Bijagua te sientas un invitado a quien la comunidad integra en su día a día. Lo vas a notar en cada gesto. Aquí todavía se recibe con una taza de café y una historia. Y eso siempre es un auténtico lujo.



Experiencias y proyectos locales con corazón
Ahora bien, lo que hace verdaderamente especial esta región no es solo su belleza natural, sino la forma en que sus comunidades han aprendido a vivir con ella, protegerla y compartirla de forma consciente. En los alrededores del Parque Nacional Volcán Tenorio abundan los proyectos locales, donde el turismo deja una huella positiva tanto en la naturaleza como en las personas. Puedes visitar centros de rescate de fauna silvestre, donde se cuida a animales heridos o rescatados del tráfico ilegal, con el objetivo de devolverlos a su hábitat cuando sea posible. También puedes recorrer fincas de agroturismo sostenible, donde los agricultores explican el proceso del cacao, el café o la caña de azúcar, con degustaciones que saben a tierra y a historia. Incluso puedes participar en caminatas guiadas por miembros de la comunidad que conocen cada rincón del bosque.
Estas experiencias no solo te enseñan, sino que también te inspirarán. Porque muestran que es posible viajar de otra manera. Que el turismo no tiene por qué ser invasivo, ni superficial, ni impersonal. Aquí, cada actividad tiene un propósito. Cada visita fortalece un proyecto local.



El Volcán Tenorio y el Río Celeste son, sin duda, uno de esos destinos que parece sacado de un sueño. Pero lo que los hace realmente mágicos va mucho más allá del color de sus aguas o la belleza de sus senderos. Es esa combinación perfecta entre paisajes, autenticidad rural, compromiso con la sostenibilidad y hospitalidad. Una mezcla que se siente y queda un recuerdo imborrable que llevarás siempre contigo. Por eso, viajar hasta esta zona de Costa Rica es mucho más que hacer una excursión a un parque natural. Es entrar en un universo donde la naturaleza abunda y se muestra en su máximo esplendor; y, además, donde la magia es verdadera. Y eso, para nosotros en Planes con Duende, es la esencia misma de viajar.