Dicen los mexicanos que “todo lo que corre, se arrastra o vuela, va pa’ la cazuela”. Quizá te cueste imaginar de qué plato hablamos con esa primera frase, pero ten en cuenta que México tiene una forma de ver la vida distinta a la que tenemos y cuentan en su carta gastronómica con mucho más que sus clásicos tacos, enchiladas y quesadillas. Por ejemplo… ¡Insectos!
Descuida, no nos hemos equivocado de sección en el blog. Este post va dedicado a México, no a Asia, donde tenemos idealizada esa gastronomía a base de “bichitos”. Pero si eres del país azteca, lo has visitado o estás informado sobre él, habrás probado o sabrás que allí se come un manjar llamado “chapulines”, una especie de pequeños saltamontes que pueden prepararse de diversas formas.
Aunque a simple vista (y a sabiendas de lo que es) no pueda abrirte el apetito, los chapulines son un verdadero manjar de una gastronomía tan única como mexicana. Atrévete a probarlo, siente cómo cruje en la boca y la explosión de sabor que se desencadena. ¡Todo un asalto a los sentidos! Vas a ver que estos chapulines tienen duende. Porque, además, pese a ser muy muy de México, el exotismo del que disfruta tu paladar hace que te sientas en otro país.
Y es que en Planes con Duende somos unos enamorados de la gastronomía de todas y cada una de las rutas que os ofrecemos en nuestra Guía de Viaje. Porque viajar es mucho más que visitar monumentos y alojarse en un hotel. Entendemos los viajes como una forma de humanizar y fundirnos culturalmente con el lugar que visitamos. Además, México es un país muy hermanado con sus visitantes, en el que te sientes como en casa desde el primer segundo. Uno olvida sus raíces por un momento y adopta las que la cultura mexicana le ofrece. Por eso, hay que imaginarse recorriendo sus tradicionales ‘tianguis’ (mercadillos callejeros), cuyas calles nos hacen disfrutar de una sinfonía de sensaciones al inhalar y exhalar sus aromas. Nos adentramos en un laberinto de esencias tiangueras, que trasciende la relativa pasividad de sus escaparates, y que es puro símbolo de identidad mexicana.
¡Los chapulines tienen duende!
Los chapulines son un plato muy común en los estados del centro y del sudeste del país, teniendo como punto de referencia Oaxaca. Los puestos de comida de los mercados que componen los ‘tianguis’ captan la atención de los viandantes con las texturas y colores de sus frutas, la alegría de las piñatas, los gélidos animales despiezados, sus carteles de neón y los suculentos ‘antojitos fritos’. En este último apartado situamos a los protagonistas de nuestro post, los chapulines, tostados y vendidos por medida.
Antes de la venta, los dejan unos días vivos, para purgarlos y hervirlos en agua con sal. Luego, se fríen o se tuestan, y al final se sirven con mojo de ajo y limón. Así, puedes pedir y comer los chapulines solos, a modo de picoteo, tomando un puñadito con la mano; como si de unas pipas se trataran. Hay quien dice que su sabor es similar al de los chicharrones.
Con un poco de queso son una excelente opción; o bien con chile, para darle ese toque picantito mexicano. También los encuentras como acompañamiento de otros platos o como ingrediente extra en tacos y quesadillas. Y no dejes de fijarte en su color. Si tienen un tono anaranjado te sabrán más frescos que si los tomas negros, que ya llevan varios días conservados.
Base de la dieta azteca
En general, la entomofagia (ingesta de insectos) en México se remonta a épocas prehispánicas. Fray Bernardino de Sahagún, en su Códice Florentino del siglo XVI, describió 96 especies de insectos comestibles, siendo una parte muy importante de la dieta de los habitantes nativos.
El pueblo mexicano destaca por estar muy arraigado a sus costumbres e historia. En su obra “Olinalá”, dedicada a las añejas costumbres de esta zona, Gutierre Tibón explica que “chapulín” viene del lenguaje náhuatl. Sus raíces son “chapa” (rebotar) y “ulli” (hule, material con el que se hacían las pelotas en época azteca para que rebotaran). De esto, el escritor italo-mexicano extrajo la definición “insecto que brinca como pelota de hule”. Fue este además un alimento estacional muy importante para los aztecas, quienes les quitaban las alas, la cabeza y las patas para cocinarlos.
Este plato sumamente precolombino resalta como algo “fuera de lo común” en una cultura que brota de la fusión entre las costumbres indígenas y las que aportaron los españoles durante la conquista. Un fácil y claro ejemplo son los churros con chocolate, un postre español acompañado de una bebida típica de los pueblos prehispánicos.
Comer insectos está de moda
Lo que para los viajeros sería asumir toda una aventura culinaria única en sabores y texturas, para las familias mexicanas (y de otras regiones latinoamericanas, asiáticas y africanas) la ingesta de insectos representa parte habitual de sus menús. Hemos hablados de los chapulines por ser la especie más representativa y exquisita de la gastronomía de México, pero escamoles, jumiles, chinicuiles, gusanos de maguey y chicatanas son otras deliciosas opciones alimenticias frecuentes en el país.
Como plato principal, acompañante o incluso como salsa, esta milenaria forma de alimentación empieza ahora a llamar la atención de grandes chefs y demás expertos de la industria culinaria. Su tendencia radica también en que son una rica fuente de nutrientes como proteínas, aminoácidos, ácidos grasos, fibra y minerales. Pero descuida, que no hace falta gastarse un dineral en restaurantes de moda, donde te sirven estos platos con un toque más vanguardista. Basta con introducirte en el seno de la rica y milenaria cultura mexicana para deleitarte con un manjar que debería disfrutarse todavía más.
Estamos seguros que tras leer este post te han entrado ganas de viajar a México, perderte entre sus ‘tianguis’ y pedirte un buen cartucho de chapulines.