México y la fusión de cultura y gastronomía
Si has seguido nuestra serie de publicaciones sobre México habrás comprobado lo relevante que es su cultura y tradición en cada aspecto de la vida de la población. Y también habrás visto cómo esos aspectos culturales provienen de ese mestizaje e intercambio que se dio con la conquista de los españoles, fusionando sus aportaciones con las precolombinas que ya imperaban en el territorio. Un mestizaje que se dio en varios aspectos, incluida la gastronomía.
La cocina mexicana es mundialmente popular por su suculencia y su variedad. Y, aunque sus orígenes se remonten al período prehispánico, con la llegada de los españoles (que trajeron también consigo influencias europeas, africanas y asiáticas) esta gastronomía se vio aún más enriquecida, pasando a formar parte de las tradiciones y vida común de los mexicanos.
Y es que los sabores culinarios de México son más que algo típico. Son la expresión de su historia, el símbolo de sus raíces, el reflejo de una cultura que fusiona religión, magia y arte. Más que de “conquista”, debemos hablar de “unión” porque la llegada de los españoles propició la fusión de conceptos gastronómicos hasta entonces desconocidos. En esas idas y venidas atravesando el Océano Atlántico las comidas y costumbres tenían un papel fundamental, lo que hizo que una nueva cultura emergiera en México y se expandiera al mundo entero. Precisamente, esa fusión de conceptos desembocó también en el ritual de convivencia y unión que simboliza para los mexicanos sentarse a la mesa en familia. Conociendo todo esto, no es de extrañar que la gastronomía mexicana fuese reconocida como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.
Base prehispánica e influencia colonizadora
Como no puede ser de otra forma, la cocina mexicana actual tiene su base mayormente en la gastronomía prehispánica. Sus ingredientes más representativos son el maíz, frijol, chile, jitomate, tomate verde, calabaza, aguacate, cacao, cacahuate, amaranto, vainilla, nopal, agave, cactáceas, hierbas y condimentos como el epazote, hoja santa, pápalo o quelites, diversas aves (como el guajolote) y variedad de mamíferos, peces e insectos. Con el paso de los tiempos, México fue aportando al mundo productos como estos, sin los cuales no sería posible entender la gastronomía mundial.
Con la conquista de los españoles y el intercambio cultural que trajo consigo, otra variedad de ingredientes se fueron adaptando a la cocina mexicana y fusionando con sus productos prehispánicos para ofrecernos la exitosa y suculenta gastronomía que el país posee hoy en día. Esencias europeas, mediterráneas, asiáticas y africanas se unieron a la tradición mexicana. Por medio de ingredientes como el trigo, arroz, café, comino, hierbabuena, laurel, orégano, perejil, cerdo, res, pollo, cebolla, limón, naranja, plátano, caña de azúcar, cilantro, canela, clavo, tomillo y pimienta.
Unos ‘platillos’ con el toque de cada región
La espléndida diversidad originada de la fusión de ingredientes como los citados es la característica principal de la actual cocina mexicana. Además, es también una de las claves de la comida regional, pues cada estado y región poseen sus propias recetas y tradiciones gastronómicas. Y es que la cocina regional mexicana la conforma el conjunto de productos precolombinos y las técnicas e ingredientes traídos con la conquista, teniendo así muchos de sus platos una base de maíz, chile y/o frijol, pudiendo acompañarse de jitomate.
Así surgieron los deliciosos ‘platillos’ mexicanos que gozan de gran fama y prestigio por todo el mundo. En el post dedicado al estado de Puebla ya citamos el mole poblano, su plato estrella que tanto se identifica con su cultura, aunque existen otros muchos que te describimos brevemente. Para que se te vaya haciendo la boca agua y aumenten tus ganas de conocer la gastronomía de México.
Los chiles en nogada tienen el encanto de reunir los colores de la propia bandera mexicana. Se preparan con chile poblano relleno de un picadillo de carne de res, cerdo y frutas, bañado todo con crema de nuez de castilla, perejil y granada. Por descontado, los tacos son otros de los ‘platillos’ más representativos del país, teniendo su base en una tortilla (generalmente de maíz) que puede ir rellena de aliños, salsas o carnes. Otra delicia mexicana a destacar es el pozole, un tipo de sopa hecha con granos de cacahuazintle a la que se le echa carne de pollo o cerdo; como cada región tiene sus propias tradiciones, también cada familia tiene sus propias formas de condimentarlo, añadiendo lechuga, cebolla, orégano, queso, aguacate, chile…
En cuanto a postres mexicanos, uno de los más importantes y típicos es el flan, aunque por encima de todo destaca la gran variedad de dulces tradicionales elaborados con leche y azúcar. Te animamos a degustar algunos como los chongos zamoranos (hecho con leche cuajada, azúcar y canela), las alegrías (preparado a base de semillas de amaranto, miel y pasas), las palanquetas de cacahuete (con cacahuates troceados, azúcar, agua, glucosa líquida, margarina y aceite vegetal) y los jamoncillos (elaborados con dulce de leche, semillas de calabaza y piñones).
También de la fusión española y precolombina surgieron bebidas que, actualmente, son puramente mexicanas y forman parte de su día a día y sus sabores. Sin duda, el mayor exponente de bebida de México es el tequila, hecho de agave y elaborado a partir de la fermentación y el destilado. Otra bebida es la charanda o aguardiente, preparada a partir de caña de azúcar, piloncillo o melaza. Fuera de la carta de alcoholes hay unas buenísimas aguas frescas hechas con frutas tropicales y/o azúcar; el champurrado (elaborado con masa de maíz machacado, chocolate negro y agua con vainilla) y el atole (una cocción dulce de maíz en agua de moderada viscosidad, condimentada con saborizantes y cacao, vainilla, canela, anís, azahar u hojas de naranjo).
Queda comprobado que la colonización española cambió para siempre la gastronomía mexicana y su manera de entenderla y degustarla. No es que sea solo el fruto de la fusión de influencias precolombinas y colonizadoras, sino que también tiene el toque personal que cada familia y región ofrecen. Por eso, la comida mexicana es una expresión cultural, es una vivencia, una manera que tiene la cultura de reunir a familiares y amigos. Y todo eso hace que esta gastronomía tan propia de México se mantenga viva de generación en generación.