El vino de Montenegro, único en el mundo
Igual conociste la época en la que el conjunto de pequeños países que hoy forman la parte occidental de los Balcanes conformaba el territorio de Yugoslavia. O, si eres más joven, tal vez te suene el nombre de haberlo dado en clase de historia o haber escuchado algo sobre él. Empezamos el post de hoy citando a esta nación desintegrada ya que hablaremos de uno de los rincones más interesantes de esa antigua Yugoslavia: Montenegro, un lugar de ensueño en plena región balcánica.
En ningún caso pretendemos ofreceros un listado con todos los lugares a visitar en Montenegro (que son muchos y variados, pese a las pequeñas dimensiones del país), o sobre dónde alojarse o cómo viajar hasta allí. Ya existe suficiente información al respecto y, para cualquier duda, siempre podéis contactarnos y las resolveremos encantados. Más bien, abordaremos una especialidad local de la que los montenegrinos presumen orgullosos: el vino.
¿Vino de Montenegro? Pues sí, y es lógico que te resulte desconocido y apenas hayas oído hablar de él, pues la historia aciaga de esta zona de los Balcanes ha hecho que las bellezas y encantos de este pequeño y montañoso país hayan permanecido ocultas durante décadas. Y es que Montenegro ha acogido a lo largo de su historia una amplia diversidad de culturas: ilirios, griegos, romanos, eslavos, bizantinos, venecianos, otomanos, yugoslavos, serbios… Toda esta variedad de pueblos ha forjado el carácter y la cultura de los montenegrinos, quienes han visto golpeada su tierra por guerras y conflictos en los años recientes, pero que en su interior guarda verdaderos tesoros. Uno de ellos son sus inigualables viñedos, que junto con sus ciudades medievales, bosques milenarios, montañas de postal, lagos de aguas esmeralda y playas paradisíacas en la costa del Adriático conforman los grandes atractivos de esta jovencísima nación.
Un vino con mucho Duende
No te sorprendas si te decimos que los viñedos de Montenegro no tienen nada que envidiar a los del oeste de Europa en calidad. Aunque no sea el vino lo primero que se nos viene a la mente al pensar en este país, y en los Balcanes en general, lo cierto es que es indispensable para comprender la filosofía, cultura y rutina de esta región y sus habitantes, muy chapados al estilo de vida mediterráneo que impera en zonas de España, Italia, Grecia o Croacia.
Es en sus uvas, como no podía ser de otra forma, donde está ese duende de los vinos de Montenegro. No las encontrarás en ningún otro lugar del planeta, ni encontrarás un vino que satisfaga tu paladar de la forma en la que este lo logra. ¡Digno de los más exigentes! Porque siendo los montenegrinos férreos amantes de lo autóctono, y con su larga tradición de elaborar vinos nacionales excepcionales, la uva Vranac es la más aclamada de la vendimia, capaz de producir un vino tinto con excelente cuerpo, adorado dentro y fuera de sus fronteras. Además, en la carta de vinos encontramos otros, blancos, producidos también a nivel local como el Krstač, el Sauvignon Blanc o el Chardonnay.
Una zona vinícola en un enclave asombroso
Esa uva Vranac, orgullo de la enología montenegrina, tiene su zona clave en Crmnica, famosa región vinícola del país. Su clima templado y la fertilidad del suelo han hecho de este lugar un vivero de viñedos de renombre. Está ubicado en el lugar donde el rey Nikola (Nicolás I), a mediados del siglo XIX, era dueño de sus propios viñedos y bodegas. Con el paso de los años, muchas familias han levantado en esta misma zona sus propias bodegas, ofreciendo gustosamente catas y recorridos a visitantes para se empapen de la tradición enóloga montenegrina. Entre estas bodegas familiares, se estima una producción de 22 millones de kilos de uvas al año, vendiendo más de 16 millones de productos embotellados en más de 40 países del mundo.
Lo cierto es que las zonas vinícolas del país giran en torno al lago Skadar, donde infinitas hileras de vides forman uno de los viñedos más grandes y hermosos de Europa. Si recorres el parque nacional en el que se encuentra, comprobarás que es el lugar ideal no solo para la vinicultura, sino para despejar la mente, rodearse de naturaleza y respirar una paz que pocos lugares del mundo pueden ofrecer. Súbete a una barca, navega por el lago y siéntete diminuto rodeado de montañas y recorriendo la superficie de agua dulce más grande de los Balcanes.
El sabor del “Viejo Montenegro”
Es precisamente en esa parte central del país donde habita el Montenegro más clásico y tradicional. Sus exquisitos vinos combinan a la perfección con el sabor de ese “Viejo Montenegro”, compuesto de jamón ahumado (pršut), queso Njeguški y platos del lago Skadar, como la anguila y la carpa ahumada. Además de como acompañante, la delicatesen vinícola de Montenegro es ideal también como ingrediente de uno de sus postres más típicos: los panqueques del Rey Nikola. Un plato hecho con harina de maíz, relleno de nueces y miel local, y espolvoreado con salsa de ciruelas secas cocidas en, cómo no, vino del país. Un plato con Duende y, como su propio nombre dice, digno de la realeza.
Esta cultura vinícola de Montenegro es un aliciente más para que, quien lo conoce, lo considere el país más bonito de los Balcanes. Un destino perfecto para aquellos que buscan naturaleza virgen, un rico patrimonio cultural e histórico, especialidades culinarias y vinos. Para conocer todo esto, no hay más que adentrarse en un país que, aunque resulte una incógnita, el halo de misterio que lo envuelve es otro incentivo para conocerlo a fondo y quedarse asombrado con lo que se encuentra en él. Porque en los viajes, al igual que en la vida, uno se va llevando sorpresas por el camino.