Hay un rincón del mundo donde la selva se funde con volcanes activos, los ríos rugen con fuerza y las olas del mar parecen retarte a vivir intensamente… ¡Ese rincón se llama Costa Rica! Un destino donde la naturaleza no solo se contempla, sino que se vive. Un lugar donde cada paisaje es una invitación a moverse, a saltar, a remar, a deslizarse… Así que, si lo tuyo es la adrenalina, este pequeño país entre dos océanos es, sin duda, tu gran destino.
Porque viajar no siempre es sinónimo de contemplar grandes monumentos. En Planes con Duende nos gusta que nuestros viajeros vivan experiencias que aceleran el pulso. Por eso, cuando hablamos de Costa Rica, lo hacemos con la emoción de quien ha sentido en primera persona la fuerza de su naturaleza desde su lado más aventurero.
Emociones en ríos salvajes de Costa Rica
Costa Rica es uno de los mejores destinos del mundo para el rafting. La combinación de selva exuberante, cañones remotos y ríos caudalosos lo convierte en el escenario ideal para remar entre rápidos y dejarse empapar por la adrenalina. Uno de los ríos más espectaculares es el Pacuare, al este del país. Considerado uno de los diez mejores del planeta para hacer rafting, sus rápidos serpentean entre montañas cubiertas de vegetación virgen. Pero más allá de la emoción, el paisaje es un regalo constante: cascadas ocultas, mariposas azules que te sobrevuelan y, con un poco de suerte, el aullido lejano de un mono.

El río Sarapiquí, más al norte, es otra joya para los que quieren emociones fuertes, pero en un entorno accesible y con opciones para distintos niveles de experiencia. Su cauce atraviesa plantaciones de cacao y selvas llenas de vida. Hacer rafting aquí es, literalmente, sumergirse en la naturaleza. Además, las empresas locales que operan estas actividades siguen estrictas normas de sostenibilidad y seguridad, algo que valoramos especialmente desde nuestra agencia. Y no todo es remar por la fuerza del agua. En muchos tramos, los guías te invitan a soltar los remos, dejarte llevar por la corriente y mirar hacia arriba. Porque, a veces, la mejor parte de la aventura está ahí, en flotar escuchando solo el sonido del río.
Volcanes, tirolinas y caminatas de altura
En Costa Rica, las emociones también se viven mirando hacia el cielo. Y es que este país cuenta con una cadena volcánica activa que no solo moldea el paisaje, sino también las experiencias. Uno de los lugares más emblemáticos es el Parque Nacional Volcán Arenal. Ascender hasta sus faldas, cruzar puentes colgantes entre la selva o caminar sobre antiguos campos de lava son solo algunas de las aventuras que ofrece. Y si el día está claro, contemplar la cima humeante del Arenal desde un mirador natural es una imagen que difícilmente se borra de la memoria.
Pero si hay una actividad que ha convertido a Costa Rica en sinónimo de aventura aérea, esa es el canopy o tirolina. Deslizarse entre los árboles como si fueras parte de la fauna local es algo que se puede vivir en Monteverde, una de las mecas del ecoturismo mundial. Aquí, las tirolinas atraviesan la bruma del bosque nuboso, con plataformas suspendidas a decenas de metros de altura. Una experiencia que mezcla la adrenalina con la emoción de sentirse parte de algo más grande y natural. Aparte, otras rutas de caminata que nos encantan son las del Parque Nacional Rincón de la Vieja o las de Cerro Chirripó, siendo este el punto más alto de Costa Rica. Pura vida en su máxima expresión.



Surf y olas en dos océanos
Por otro lado, Costa Rica es también uno de esos pocos lugares en el mundo donde puedes ver el amanecer sobre el Caribe y el atardecer sobre el Pacífico… ¡Y surfear en ambos en un mismo día! Y es que el surf aquí no es solo un deporte; es una forma de vida. Desde principiantes que prueban su primera ola hasta profesionales que buscan el swell perfecto, todos encuentran su rincón ideal. Tamarindo, en la costa del Pacífico, es un punto de referencia. Con olas suaves y escuelas de surf accesibles, es perfecto para quienes se inician. A medida que te desplazas hacia el sur, aparecen joyas como Playa Hermosa o Santa Teresa, donde las olas desafían incluso a los más experimentados. Además, cada pueblo costero tiene su propio ritmo, su propio espíritu surfero; con cafés rústicos, tablas apoyadas en las puertas y atardeceres de ensueño.



En el Caribe, Puerto Viejo mezcla surf, cultura afrocaribeña y un estilo de vida relajado que atrapa. Las olas de Salsa Brava son para valientes, pero hay playas cercanas más amigables para quienes empiezan. Aquí, el surf se mezcla con la música reggae, el arroz con coco y la calidez de una comunidad que vive al ritmo del mar. Ahora bien, si el surf no es lo tuyo, ¡no pasa nada! Las playas costarricenses también invitan al descanso, al snorkel, al kayak o simplemente a mirar el horizonte con los pies enterrados en la arena.
Ha quedado más que claro que Costa Rica no es un destino que se visita. Es un destino que se vive, que se siente con los cinco sentidos. La aventura está en cada rincón: en los gritos entre rápidos, en el vértigo de una tirolina, en la brisa salada de una ola que se aproxima… Y lo mejor es que no necesitas ser un experto en deportes extremos para disfrutar de estas experiencias. Solo hace falta una mente abierta, un poco de espíritu aventurero y muchas ganas de conectar con una naturaleza salvaje y generosa. Por eso, desde Planes con Duende diseñamos cada viaje a Costa Rica con la certeza de que cada viajero encontrará su propia forma de vivir la aventura. Porque este país no solo ofrece paisajes de postal, sino emociones auténticas. Así que, si buscas un viaje que te haga sentir vivo… ¡Costa Rica te está esperando!