Filipinas no es solo un archipiélago de más de 7.000 islas, sino también un universo submarino que late bajo sus aguas cristalinas. Quien se atreve a ponerse unas aletas, ajustar la máscara y sumergirse, descubre que este país guarda todo un mundo debajo del mar. Allí, donde la luz se filtra en haces azules, donde los corales dibujan ciudades y donde los encuentros con la fauna marina aceleran el corazón, es donde se guarda parte del auténtico Duende de Filipinas.
Bucear aquí no es solo una actividad más del viaje; es abrir una puerta a otro universo. Desde arrecifes declarados Patrimonio de la Humanidad hasta barcos hundidos que cuentan historias, pasando por momentos inolvidables en los que tiburones, mantas o tiburones ballena aparecen frente a ti, el buceo en Filipinas es un viaje en sí mismo.
Corales que parecen ciudades vivas
Si hay un lugar que demuestra la fuerza vital del mar en Filipinas, ese es el Parque Natural del Arrecife de Tubbataha, en pleno mar de Sulu. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, este arrecife es considerado uno de los más impresionantes del planeta… ¡Y no es para menos! Bucear aquí es como entrar en una ciudad submarina. Es más, la experiencia de sumergirse en Tubbataha es casi hipnótica. Los corales se elevan, los abanicos de mar se abren y los cardúmenes de peces se mueven de forma rítmica. También podrás ver tiburones de arrecife y tortugas verdes y carey.

Ahora bien, lo especial de este lugar no es solo su belleza, sino también su pureza. Al estar aislado (solo se accede en barco durante unos pocos meses al año), su ecosistema se mantiene intacto, vibrante, con una biodiversidad que sobrecoge. Así que bucear en Tubbataha es un recordatorio poderoso de que, bajo el mar, la vida late con una fuerza que ni el tiempo ni la historia han podido frenar. Además, Tubbataha no está solo. Otros rincones de Filipinas, como Apo Reef o Anilao, ofrecen arrecifes que parecen auténticos bosques vivos. Bucear en ellos es confirmar que Filipinas no solo tiene playas de postal, sino también uno de los sistemas coralinos más ricos y espectaculares del mundo.



Encuentros que aceleran el pulso bajo el mar de Filipinas
El buceo en Filipinas no se limita a contemplar corales. Hay momentos que se quedan grabados en la memoria para siempre. Esos en los que un gigante marino aparece de repente y el corazón late con fuerza. Y es que, aquí, cada inmersión puede convertirse en una aventura que mezcla adrenalina y asombro. En Malapascua, al norte de Cebú, se encuentra uno de los lugares más famosos del mundo para ver tiburones zorro. Estas criaturas, con su característica cola alargada, emergen de las profundidades al amanecer. Verlos nadar con elegancia en la penumbra azul es un espectáculo que impresiona incluso al buzo más experimentado.



Un poco más al sur, en la isla de Ticao, el mar guarda otro regalo: las mantarrayas gigantes. Con sus alas que pueden superar los cinco metros, parecen volar bajo el agua, desplazándose con una calma que contrasta con la emoción que provocan en quien las observa. Estar a pocos metros de ellas, dejándose mecer por la corriente, es una experiencia que roza lo espiritual.



Y, por supuesto, está la cita con el tiburón ballena, el pez más grande del mundo. Aunque algunos lugares de Filipinas han hecho de esta experiencia algo demasiado turístico, en sitios como Sogod Bay, en Leyte, el encuentro es mucho más natural y respetuoso. Allí, en aguas tranquilas, puedes bucear o hacer snorkel con estos gigantes amables. El momento en el que ves aparecer su silueta inmensa desde la nada es difícil de describir; una mezcla de asombro, pequeñez y gratitud absoluta.



Además de estos iconos, las aguas filipinas sorprenden con encuentros inesperados: caballitos de mar pigmeos del tamaño de un dedo, peces rana camuflados en los corales, nudibranquios de colores increíbles… La emoción está tanto en lo grande como en lo pequeño.
Pecios que cuentan historias
Si los arrecifes muestran la vida en su máxima expresión y los encuentros con gigantes revelan la emoción, los pecios de Filipinas añaden un ingrediente único: la historia. Aquí, el mar no solo guarda naturaleza, también conserva memoria. En Corón, al norte de Palawan, el tiempo se detuvo en 1944, cuando una flota japonesa fue hundida durante la Segunda Guerra Mundial. Hoy, esos barcos yacen en el fondo, convertidos en uno de los campos de pecios más espectaculares del planeta. Bucear entre ellos es como explorar un museo bajo el agua, donde los corales han tomado todo aquello y las cubiertas oxidadas son ya hogar de peces y tortugas.
Ahora bien, cada inmersión en Corón es distinta. Hay pecios a poca profundidad, accesibles incluso para quienes tienen poca experiencia, y otros que requieren mayor nivel técnico. Algunos conservan aún su estructura completa, con bodegas, cañones y pasadizos; mientras que otros se han convertido en jardines submarinos donde la naturaleza ha borrado las huellas de la guerra. Aparte, Filipinas tiene otros pecios que merecen atención, como los restos de barcos en Subic Bay. Sin embargo, es en Corón donde el tiempo y el mar se han aliado mejor para crear un escenario que es, a la vez, un lugar de buceo y un espacio de reflexión.



Bucear en Filipinas es mucho más que una actividad acuática; es una manera de conocer el país desde otra perspectiva. Este destino guarda tesoros en cada isla, pero bajo sus aguas es donde se revelan algunos de los más fascinantes. Sumergirse aquí es aceptar una invitación a mirar más allá de la superficie, a dejarse sorprender por lo invisible, a conectar con la naturaleza en su estado más puro… Y es que en Planes con Duende creemos que este tipo de experiencias son las que marcan un viaje; esas que no se olvidan, porque no solo se ven, sino que se sienten. Y bajo las aguas de Filipinas, lo que se siente es un universo entero que late, respira y espera ser descubierto.