Dentro de las fronteras de Japón, un país único en la combinación de tradición y modernidad, existen tesoros ocultos que aguardan a ser descubiertos por aquellos viajeros que buscan más allá de las rutas turísticas convencionales. A menudo eclipsadas por las luces resplandecientes de Tokio, ciudades menos transitadas, pero igualmente ricas en historia y autenticidad cultural, se alzan como guardianes de un pasado que ha resistido las embestidas del tiempo. Es el caso de Kawagoe, una ciudad de la prefectura de Saitama muy cercana a Tokio. Así, a menos de una hora en coche desde la bulliciosa capital, Kawagoe ofrece una experiencia única que combina la serenidad del pasado con la vibrante vitalidad del presente. Más bien, esta ciudad se erige como una puerta al pasado. A un ambiente más propio del período Edo, conservando no solo es espíritu de antaño en sus calles, sino incluso su característica arquitectura negra.
Un breve repaso de su historia
Kawagoe, apodada como “la pequeña Edo“, es capaz de transportarnos al Japón de los siglos XVII, XVIII y XIX. Durante el florecimiento del período Edo, esta encantadora ciudad estableció un estrecho vínculo comercial con Tokio, que entonces era conocida como Edo, de ahí el apodo que hemos mencionado. Por esa proximidad geográfica y las rutas comerciales estratégicas, Kawagoe se convirtió en un importante centro de intercambio y prosperidad económica. Esa conexión entre Kawagoe y Tokio fue a más. Ambas ciudades compartieron no solo bienes y servicios, sino también elementos culturales que han dejado una marca indeleble en la identidad de Kawagoe. Por ello, al explorar sus calles empedradas y rincones pintorescos, tendrás la oportunidad de sumergirte en una época en la que el comercio florecía y la arquitectura contaba historias de siglos pasados.
Kawagoe y su herencia
Si hablamos de Kawagoe actualmente, la ciudad posee una herencia tangible, un testimonio perdurable de su pasado glorioso. El imponente Castillo Honmaru destaca como un emblema de la fortaleza y la elegancia arquitectónica de la época. Tal vez no cuente con las dimensiones de otros muchos castillos que abundan en Japón, pero te aseguramos que contemplarlo te hará empaparte de su majestuosidad. Porque este castillo, a pesar de no pertenecer a ninguna de las grades ciudades niponas, ha sido testigo de innumerables momentos históricos.
Asimismo, el Templo Kitain se alza como una joya espiritual. Un lugar sagrado con más de 1.200 años que, a mediados del siglo XIX, recibía principalmente la visita de fieles que oraban por protección. Otro atractivo histórico y cultural de Kawagoe es su icónico campanario. Conocido como “toki no kane”, su campana resuena cuatro veces al día desde lo alto de la torre de 16 metros. También encontrarás en la ciudad el Santuario Kawagoe Hikawa. Un enclave sagrado de casi 1.500 años de antigüedad, al que los japoneses acuden en busca de bendiciones relacionadas con asuntos del corazón.
La arquitectura negra de Kawagoe
Eso sí, ningún repaso de la ciudad de Kawagoe está completo si no se mencionan sus fascinantes casas negras. Una característica única que distingue a esta ciudad de muchas otras en Japón. Después del devastador incendio de 1893, que arrasó con un tercio de la ciudad, los habitantes de Kawagoe tomaron una decisión valiente y visionaria. En lugar de reconstruir lo quemado con las tradicionales casas de madera japonesas, optaron por un estilo de construcción revolucionario llamado “kurazukuri”. Estas casas, con sus paredes de múltiples capas y techos de yeso negro, se convirtieron en un escudo protector contra el fuego, salvaguardando la ciudad y su valioso patrimonio.
Pero esta idea fue mucho más allá, sin ni siquiera pensar los habitantes de Kawagoe la gran valía que iba a tener esa arquitectura negra. No solo para conservar su patrimonio, sino incluso para salvar sus propias vidas. Y es que el ingenio de utilizar el estilo “kurazukuri” se evidenció durante la II Guerra Mundial, cuando las tropas estadounidenses, al sobrevolar la ciudad, daban por hecho que ya estaba destruida y decidían no bombardearla.
Por todo ello, caminar por la calle principal, Kurazukuri no Machinami, es sumergirse en un viaje en el tiempo. Además, hoy en día, multitud de tiendecitas adornan las plantas bajas de estas casas antiguas. Una experiencia comercial auténtica, e histórica, engalanada con esas fachadas negras que narran la historia de la resiliencia de una ciudad decidida a preservar su legado. Y hablando de calles y comercios, no olvides pasar por el llamativo ‘callejón de los dulces’ de Kawagoe. Esta pequeña calle está completamente llena de tiendas que venden dulces y pasteles tradicionales japoneses, como galletas de arroz, karinto (galletas fritas recubiertas de azúcar), kakigori (hielo raspado con almíbar) y pasteles de pasta de frijoles rojos y batatas.
Al final de todos estos párrafos, queda claro que Kawagoe es mucho más que un destino cercano a Tokio. Es un portal mágico que te transportará a través de los siglos, revelando capas de historia, cultura y belleza arquitectónica. Desde su estrecha relación con Tokio durante el período Edo hasta la decisión valiente de construir casas negras, Kawagoe emerge como un tesoro cultural que merece ser descubierto. Además, este rincón de Japón, casi olvidado por los extranjeros, pero tremendamente apreciado para los locales, ofrece una experiencia única, una oportunidad de sumergirte en su historia sin sacrificar la comodidad.
En definitiva, Kawagoe se presenta como una excelente opción para pasar un día entero, a modo de escapada desde Tokio. Esto, también te permitirá desconectar del bullicio de la gran ciudad y sumergirte en un mundo donde el tiempo parece ralentizarse. Porque visitar Kawagoe es un viaje a través de la esencia misma de Japón. Un recordatorio de que, a veces, es posible encontrar algo verdaderamente valioso si nos salimos de los caminos habituales.