Cuando uno piensa en Isla Mauricio, lo primero que se le viene a la cabeza son playas de agua turquesa, hoteles que parecen flotar entre palmeras y atardeceres de postal. Y sí, todo eso está. Pero lo que muchos no saben (al menos hasta que pisan la isla) es que Mauricio también se descubre a pie, paso a paso, sendero a sendero… En caminatas que mezclan naturaleza, historia y alma.
Lejos de los resorts, Mauricio es verde, montañosa y profundamente viva. Sus rutas de trekking atraviesan selvas espesas, montañas legendarias, cascadas escondidas y caminos rurales llenos de historias. Aquí no hace falta ser un montañero experto, pues hay rutas para todos los niveles. Y lo mejor es que cada paso tiene sentido. Porque caminar en Mauricio no es solo moverse; es conectar con una isla que guarda secretos bajo cada piedra, que respira historia en cada cumbre y que te regala paisajes que se quedan en la retina (y en el corazón) mucho después del regreso.
Le Morne Brabant, un símbolo de Mauricio
Subir al Le Morne Brabant no es simplemente hacer una caminata. Es rendir homenaje. Es conectar con un pasado doloroso y, a la vez, con la belleza más sobrecogedora de la isla. Esta montaña, que se eleva 556 metros sobre el Océano Índico, fue refugio de esclavos que escapaban de las plantaciones durante el siglo XVIII. En sus cuevas y paredes imposibles encontraron amparo. Y aunque la historia también guarda episodios trágicos, hoy Le Morne es símbolo de resistencia y libertad. Por eso ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
El sendero que lleva a la cima empieza entre vegetación tropical, pero pronto se vuelve más escarpado. Eso sí, no es una caminata para cualquiera ya que hay tramos donde hay que trepar, usar las manos y concentrarse, sobre todo en el último tercio. Pero el esfuerzo merece, y mucho, la pena. Porque cuando llegas arriba, el panorama te corta el aliento. Bajo tus pies, el océano en mil tonos de azul. A un lado, la costa salvaje del suroeste. Al otro, los arrecifes que parecen dibujados con pinceles. Y más allá de la vista, lo que se siente allí arriba es algo más difícil de explicar. Silencio… Emoción… Porque sabes que no estás solo. Que ese lugar tiene memoria. Y que cada paso que diste para llegar hasta allí forma parte de un viaje más profundo que cualquier postal tropical.

Black River Gorges: selva, cascadas y aire que limpia
Si Le Morne es la caminata del alma, Black River Gorges es la caminata del cuerpo y los sentidos. Este parque nacional, el mayor de Mauricio, es un paraíso verde de más de 6.500 hectáreas, lleno de rutas que atraviesan bosques tropicales, cañones profundos y ríos que se precipitan en cascadas. Caminar por aquí es despertar todos los sentidos. El olor húmedo de la selva, el canto de aves endémicas como el cernícalo mauriciano o el bulbul, la vista de verdes imposibles, el sonido constante del agua en forma de arroyo tranquilo o de salto imponente… Los estímulos son incontables. Hay rutas de todo tipo, desde paseos suaves hasta trekkings de varias horas.
Una de las más populares es la que lleva al mirador de Alexandra Falls, donde puedes contemplar la selva extendiéndose como una alfombra mágica hasta el horizonte. Otra opción es el Macchabée Trail, que te adentra en el corazón del bosque, pasando por árboles centenarios y cruzándote con monos juguetones. Lo mejor es que aquí no hay ruido de motores, ni carreteras, ni multitudes. Solo tú, el camino y un entorno natural que parece salido de otro tiempo. Es el lugar ideal para reconectar con la tierra, sudar con gusto y volver con la piel más viva que nunca. Si vas temprano por la mañana, las brumas flotan entre los árboles, dándole al paisaje un aire casi místico. Y si caminas con calma, es muy probable que te cruces con animales que solo existen aquí. Porque sí. Mauricio también es biodiversidad y Black River Gorges es su mejor escaparate.



Rutas para todos en Mauricio
Ahora bien, no todo el mundo busca subir montañas o adentrarse en selvas. A veces, lo que más conecta con un lugar son los caminos sencillos que te llevan a conocer su esencia cotidiana. Y en eso, Mauricio también tiene mucho que ofrecer. Puedes caminar entre campos de caña de azúcar que se mecen con el viento, con el olor dulce flotando en el aire. O seguir rutas que atraviesan plantaciones de té, como las de Bois Chéri, donde predomina el verde y puedes terminar el paseo con una taza humeante y vistas al océano. Y en la zona de Chamarel, los senderos serpentean entre colinas suaves, con la Terre aux 7 Couleurs (la tierra de los siete colores) como punto de llegada o de partida. Allí el suelo cambia de tono, ofreciendo un espectáculo geológico único y, a la vez, una caminata fácil y mágica.
Otra opción preciosa es rodear Grand Bassin, el lago sagrado para la comunidad hindú. Es una caminata corta, pero llena de significado. A tu paso verás templos, estatuas y devotos que llegan en peregrinación. Todo enmarcado por la tranquilidad del agua y el reflejo de las nubes. Y si prefieres el mar, hay rutas costeras como la que va desde Cap Malheureux hasta Pereybere, siguiendo senderos junto al agua, entre pueblos pesqueros y playas escondidas. Ideal para caminar con chanclas y parar a tomar un refrescante zumo. En estas rutas, el ritmo lo marca el entorno. No hay prisas. Solo pasos relajados. Y la oportunidad de ver el día a día de los mauricianos. Volverás con la sensación de haber sido parte, aunque sea un poco, de esa vida sencilla y auténtica.



Isla Mauricio es mucho más que una postal. Es una isla que se camina; que se descubre con sudor en la frente y con la mirada atenta a cada detalle. Porque mientras las playas te invitan a parar, sus senderos te invitan a avanzar. Y lo hacen ofreciéndote una experiencia con mucho Duende. Porque cada caminata en Mauricio es una forma distinta de conocer la isla. Y lo mejor de todo es que no necesitas ser un senderista profesional. Solo ganas de explorar, de salir del hotel, de dejar que los pies guíen tu viaje… Así, lo que más recordarás no es lo que viste desde una tumbona, sino lo que viviste paso a paso. Por lo tanto, si sueñas con una isla tropical, pero también con aventuras, naturaleza y caminos que cuentan historias… ¡Mauricio te está esperando!