Hay países que, para entenderlos completamente, hay que irse más allá de lo habitual. Estados Unidos, en su inmensidad, guarda lugares más tranquilos, siendo estos algunos de sus secretos más valiosos. Sitios donde el turismo masivo aún no ha eclipsado nada, donde el viaje toma otro ritmo, y donde lo cotidiano se convierte en extraordinario. Aquí, lejos de las rutas más habituales, la belleza es otra.
Porque sí, Estados Unidos también tiene Duende. Y mucho. Hay pueblos en los que el tiempo parece haberse detenido para que puedas escucharlo mejor. Hay ciudades pequeñas con alma grande. Y hay regiones enteras que, sin buscarlo, terminan tocándote el corazón. Vaya por adelantado que este es un post para quienes quieren recorrer este destino de otra manera y conocerlo bajo otra mirada. Conversaciones pausadas, música, cielos infinitos, encuentros que no estaban en el itinerario… Estados Unidos tiene muchas caras y esta es una de ellas; la que no sale en los itinerarios clásicos, pero igualmente se queda en el recuerdo.
El sur profundo: raíces, blues y hospitalidad sureña
Hay un lugar en Estados Unidos donde la historia se siente. Un sitio donde la música es gran protagonista y la hospitalidad no es una estrategia turística, sino una forma de vida. Hablamos del sur más profundo; ese mosaico de estados como Mississippi, Georgia o Alabama donde todo es más lento, más intenso y auténtico. Puedes empezar tu viaje en Clarksdale, Mississippi, cuna del blues del Delta. Allí, en lugares como Ground Zero Blues Club, la música sigue siendo visceral, directa, sin retoques… No es un espectáculo; es una necesidad. Y sentarte a escuchar a un músico local mientras bebes una cerveza fría en un taburete de madera puede ser una de esas experiencias que no se olvidan.

Sigue el viaje por carreteras secundarias que cruzan plantaciones antiguas, iglesias de madera y campos de algodón, y llegarás a pueblos que rebosan historia. En Montgomery o Selma (Alabama) puedes conocer el legado de los derechos civiles. Visitar el Museo Nacional de la Paz y la Justicia no es turismo; es un acto de conciencia. Y luego está Georgia, con su mezcla de tradición y vanguardia. Desde los barrios artísticos de Savannah hasta los paisajes de la región de los Apalaches, donde puedes combinar suaves caminatas con encuentros en bares de carretera donde disfrutar de una buena comida casera. Ahora bien, si algo define al sur estadounidense, más allá de la música y la historia, es la hospitalidad sureña. Esa forma de abrirte la puerta sin pedir nada a cambio. Esa sensación de que, aunque seas de lejos, te están esperando.



El Midwest, el ‘gran callado’ de Estados Unidos
Puede que no haya otro lugar en el mundo con una reputación tan injusta como el Midwest. Esa parte central de Estados Unidos (Iowa, Nebraska, Kansas, Dakota del Sur, etc) que muchos llaman “flyover states” porque la mayoría solo la ve desde el avión. Craso error. Porque aquí hay una belleza que no grita, pero resuena. El encanto del Midwest está en lo cotidiano, en lo sincero, en lo inesperado… No encontrarás grandes atracciones, pero sí paisajes completamente vacíos de ruido: carreteras infinitas flanqueadas por maizales, cielos tan amplios que parecen un mar y pueblos donde todo el mundo se saluda.
Viajar por esta región es descubrir la parte más olvidada de Estados Unidos, pero que no está perdida. Puedes comer en un ‘diner’ de los años 50 en algún rincón de Nebraska. O asistir a un festival de verano en una comunidad agrícola de Iowa. Música en vivo sonando desde el remolque de un tractor, niños que corren entre mesas con limonada casera… Son estampas realmente auténticas. En Dakota del Sur, más allá del Monte Rushmore, te esperan los Badlands, un paisaje que te deja sin aliento, y la Reserva de Pine Ridge, hogar de los Oglala Lakota. Y por todo esto que te contamos, ya sabrás que en el Midwest no hay colas, ni postureo. Solo verdad, kilómetros abiertos y gente que no está acostumbrada a ser destino turístico, lo que convierte cada experiencia en una sensación con mucho Duende estadounidense.



Pequeñas grandes ciudades
Estados Unidos también tiene algo que se podría llamar ciudades con alma de pueblo. Lugares que, aunque no salgan en las guías, rebosan vida cultural, creatividad local y un ritmo propio que seduce al que sabe mirar. Una de ellas es Asheville, en Carolina del Norte. A los pies de las montañas Blue Ridge, esta ciudad es un imán para artistas, músicos y soñadores. Tiene librerías independientes, cervecerías artesanas, murales por todas partes y una vida cultural que vibra sin necesidad de focos. Pasear por su centro es descubrir galerías, cafeterías y mercados a rebosar de productos únicos.



Otro ejemplo es Marfa, en el corazón de Texas. Un oasis artístico en mitad del desierto. Lo que empezó como un pueblo vaquero se ha convertido en un centro de arte contemporáneo de referencia, gracias a artistas como Donald Judd. Pero Marfa no es solo para hipsters: es también para quienes valoran el silencio del desierto, los cielos infinitos y las sorpresas que surgen de la nada (como las famosas y misteriosas luces de Marfa).
Y luego está Taos, en Nuevo México. Un lugar donde confluyen las culturas nativa, española y angloamericana en una mezcla única. Su pueblo indígena es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco; su arquitectura adobe parece sacada de otro siglo, y su comunidad artística es una de las más activas del país. Aquí puedes pintar, meditar, caminar por cañones o, simplemente, conversar con alguien que decidió mudarse aquí buscando una vida distinta.



Viajar a Estados Unidos no tiene por qué ser sinónimo de multitudes, autopistas infinitas o ‘fast food’. Detrás del país de los tópicos hay otro tipo de destino; más silencioso, más humano, más verdadero… Uno que no sale tanto en Instagram, pero que deja una huella más profunda. Desde los pueblos del Sur, pasando por el Midwest, hasta las pequeñas ciudades, este otro Estados Unidos es una invitación a viajar distinto. A dejarse llevar, escuchar más que a fotografiar, conectar… Y es que en Planes con Duende creemos que los grandes viajes se miden por las emociones que despiertan y las historias que se traen de vuelta. Por eso, si estás pensando en cruzar el charco, te animamos a mirando más allá de lo clásico. A descubrir el Duende donde nadie lo espera. Porque sí, Estados Unidos también puede ser eso: un país lleno de Duende, si sabes dónde buscar.